Pobladores considerados ‘clase media’ ven en las tomas el único camino para la vivienda en Huechuraba
Por Francisco Velásquez
Fuente: Interferencia.cl 24/05/2021
En noviembre de 2020 cerca de 150 vecinos de la Pincoya y el Barrero optaron por tomarse las laderas de los cerros para terminar con el hacinamiento en que viven. Para el Registro Social de Hogares, buena parte de estas personas se encuentra en los tramos de menor vulnerabilidad por sus sueldos y estudios, por lo que no califican para las ayudas. Pero, tampoco pueden acceder a los créditos hipotecarios.
«Es como el concurso ¿quién quiere ser más pobre?, porque el que es más pobre gana el concurso para estar en el 40% más vulnerable. Tienes que mostrar la llorona, vivir en la marginalidad habitacional para ser escuchado y eso lo encuentro terrible de violento. Por eso nos vamos a la toma, para buscar que la ficha de protección social sea actualizada por parte de la asistente social de la Municipalidad quien te entrevista en la marginalidad y como una magia de la pobreza puedes acceder al beneficio de una casa digna”.
Así explica Natali, dirigente de la toma Los Damascos, la estrategia de sobrevivencia que deben utilizar los pobladores de Huechuraba para ser parte de indicadores de protección social.
Esto está pasando en lo que popularmente se conoce como población La Pincoya es el conjunto de poblaciones y villas que están asentadas geográficamente en la actual comuna de Huechuraba, al norte del cordón Américo Vespucio, entre la Ciudad Empresarial y el Parque Industrial El Rosal.
Cada una de estas poblaciones y villas tienen distintas fechas de fundación, pues llegaron en distintos momentos históricos a habitar estos territorios y también tuvieron diferentes formas de asentamiento (tomas, compra directa, cooperativas, operación sitio, etc.). Es así como lo describe Seryho Astudillo, pincoyano y licenciado en historia por la Universidad de Chile, quien guiado por el historiador Gabriel Salazar, se dio a la tarea de comprender el desarrollo de la comuna.
Giselle Cortez, tiene 30 años, sus abuelos participaron de una toma, sus padres también y hoy ella forma parte del movimiento “vida digna”, el que agrupa a siete comités en la Región Metropolitana y es parte de la organización Los Prunos de la Pincoya. Es diseñadora gráfica y está terminando de cursar Psicopedagogía. Es más, está realizando su práctica profesional en un colegio de manera remota.
Cortez vive en un departamento de 50 metros cuadrados que comparte con sus padres, su hermana y su pareja, y su sobrino. “Durante la pandemia mis padres quedaron sin trabajo, estábamos los cinco dentro de la ficha de protección social, pero a pesar de que mi hermana era la única con remuneración completa en nuestro hogar, su sueldo era considerado muy alto por el Registro Social de Hogares como para acceder a los beneficios que entregó el gobierno”.
“Mi hermana se salió de la ficha de protección social y actualmente estoy yo junto a mi padre y mi madre, quien tuvo reducción de sueldo. Tienes que ir jugando con este instrumento de medición que no tiene en cuenta las realidades de las familias y de esa forma hemos podido acceder a esas ayudas”, explica Cortez.
La realidad que describe la pobladora, ha sido parte del análisis en los que ha participado Marco Kremerman, economista de la Fundación Sol, quien explica que las personas dividen las personas de una familia en distintos hogares para responder al Registro Social de Hogares (RSH), de modo que puedan calificar en los tramos que requieren de ayuda. «Más del 40 % de los hogares son unipersonales, lo que está totalmente desintonizado con las encuestas de hogares que hablan de un 15% a un 18% que se encuentra en este rango. Una de las razones, según lo que analizamos, es que esto se debe a estas estrategias de sobrevivencia para poder de alguna manera recibir ayuda», dice Kremerman.
“Tienes que ir jugando con este instrumento de medición que no tiene en cuenta las realidades de las familias y de esa forma hemos podido acceder a esas ayudas”, explica Cortez.
Los abuelos y los padres de Cortez también fueron parte de una toma. Es así como accedieron a la vivienda en la que habitan actualmente. Una de las recomendaciones de sus padres siempre fue estudiar para tener un mayor acceso a bienes y servicios que ellos vieron limitados en sus vidas. Sin embargo, Cortez, quien tiene dos carreras, explica que esta “es la gran desilusión de su generación, tener una profesión, incluso ha sido un límite mayor para obtener un subsidio habitacional, ya que tener estudios te deja en una condición de menor vulnerabilidad frente a los instrumentos de protección social, pero el sueldo que ganas también te deja fuera de la posibilidad de acceder a un crédito hipotecario, entonces lo que queda es el hacinamiento mientras tienes lo mínimo para vivir sola”.
El sueldo que percibe la hermana de Cortez trabajando en el área administrativa de isapre Colmena no supera los 500 mil pesos y con un hijo eso se transforma en una renta mínima para subsistir. Sin embargo, no entra en las categorías de mayor vulnerabilidad del Registro Social de Hogares. Ella también es profesional, sin embargo, debe vivir junto a su núcleo familiar en la casa de sus padres, porque no les alcanza para arrendar y mantenerse.
“En realidad, en la población no hay clase media, los profesionales que hoy tienen sus cosas las han conseguido por medio del crédito. La clase media que no existe ahora quedó sin pega y no pudimos solventar las necesidades sobre la base del crédito, por eso afloró la realidad. Para ellos la clase media somos los pobladores endeudados mes a mes para poder tener un estilo de vida nivelado”, relata Cortez.
Por su parte, Kremerman plantea que “la clase media es un concepto vacío vinculado más bien a una manera poco reflexiva de agrupar hogares y esa agrupación se da bajo características comunes que son los ingresos y que estos solo permiten llegar a fin de mes a partir del trabajo”.
Así funciona el Registro Social de Hogares
El Registro Social de Hogares (RSH) es un sistema de información cuyo fin es apoyar los procesos de selección de beneficiarios de un conjunto amplio de subsidios y programas sociales. En tanto, es una herramienta clave en la política de focalización de las ayudas, con la que el Ministerio de Desarrollo Social pretende hacer eficiente el uso de estos recursos.
Este es el principal instrumento para relacionarse con el Estado de los actuales vecinos de la toma Los Prunos y Los Damascos, las que surgieron durante el mes de noviembre de 2020 en la Pincoya y el Barrero en la comuna de Huechuraba.
Al comenzar la primavera, cerca de 150 familias entre las dos tomas, decidieron iniciar la construcción de sus viviendas en la ladera del cerro, mientras a través de sus comités de allegados negocian con el Serviu y el Ministerio de Vivienda y Urbanismo para obtener un terreno y subsidio que les garantice una vivienda digna.
Para que esta negociación tenga éxito, los vecinos deben estar inscritos en el RSH, el que mide los factores o variables que influyen en el procedimiento de cálculo y que permiten, por lo tanto, el ordenamiento de los hogares en uno de los siete tramos de la Calificación Socio Económica (CSE).
Para la CSE se suman los ingresos económicos de todos los integrantes del hogar. Considera el número de integrantes, edad, factores de dependencia y/o discapacidad. Otros factores de reordenamiento, son por ejemplo, una evaluación de medios: bienes que poseen (vehículos y/o bienes raíces), o servicios a los que acceden (educación y/o salud) y que permiten inferir el nivel socioeconómico de un hogar.
El Índice de Prioridad Social de Comunas 2020 publicado por el Ministerio de Desarrollo social, indicó que el porcentaje de personas en el tramo del 40% más vulnerable a octubre 2020, según el RSH en la comuna de Huechuraba, era de un 53.8%. Dentro de los siete tramos de la calificación socio económica, el porcentaje recién expuesto, pertenece al nivel más elevado de vulnerabilidad social.
Sin embargo, en este mismo documento del Ministerio de Desarrollo Social, se expone que la comuna de Huechuraba está considerada como una zona de baja prioridad, aún cuando presenta un índice crítico de vulnerabilidad.
Huechuraba es una comuna de baja prioridad social, pero tiene a 53,8% de sus hogares dentro del 40% más vulnerable y a 173 mil personas viviendo en hacinamiento medio y 202 mil en hacinamiento crítico. Estos indicadores, son anteriores a la pandemia.
La categoría de baja prioridad la comparte con comunas como: Colina (61,82%), Maipú (60,86%), Quilicura (58,69%), Macul (57,63%), San Miguel (56,63%) y Santiago (55,20%). Por otra parte, en esta comuna, el Censo 2017 reveló que existen 172.590 personas viviendo en hacinamiento medio, esto significa que 2,5 a 5 personas habitan en un dormitorio. Mientras que 202.122 personas se encuentran viviendo en un hacinamiento crítico, lo que significa que más de cinco personas comparten una habitación. Estos indicadores no dan cuenta de la realidad que se ha intensificado durante la pandemia.
Mientras que el Índice de Acceso a la Vivienda (PIR por sus siglas en inglés) dado a conocer por la Cámara Chilena de Construcción el año pasado, da cuenta que el acceso a la vivienda es “severamente no alcanzable” y es que, considerando el valor promedio de un inmueble de 3.089 UF ($89.220.143,02) junto con el ingreso promedio de un hogar de 33,8UF ($913.000) se debería destinar 7,6 años de los ingresos enteros del hogar para poder financiar el sueño de la casa propia en Chile. Ahora bien, si se considera que el ingreso mediano en el país es de $401.000 (es decir que el 50% de la fuerza laboral percibe tal sueldo), aun si trabajaran dos personas por núcleo familiar, no alcanzaría.
De vuelta a las tomas
Katherine Undurraga es separada y tiene dos hijos, uno de 12 y otro de 15 años. Actualmente construye su casa en la Toma los Damascos de la comuna de Huechuraba y trabaja en una aerolínea como administrativa en el área de finanzas. Actualmente está estudiando administración financiera en el Instituto Guillermo Subercaseux.
En la casa que vive hay cinco dormitorios y en cada uno de ellos vive uno de sus hermanos junto a su familia, la situación de allegamiento es lo que la tiene construyendo su casa en la toma, en la que ha invertido cerca de un millón de pesos a la fecha.
“Una de las principales razones por las que me sumé es porque todos vivimos en la casa de mis padres. Mis hijos tienen 15 y 12 años y las posibilidades de optar a una casa están, pero se demoran demasiado. Cuando surgió la toma del cerro, nos consultaron, porque fue una decisión donde le preguntaron a la gente de la cuadra si estaba de acuerdo con que se tomaran los terrenos y la gente estuvo de acuerdo”, relata Undurraga.
La distancia entre el RSE y la realidad de las personas catalogadas como clase media es profunda, según explica Undurraga; “con el sueldo que tengo [600 mil pesos] soy millonaria para el Registro Social de Hogares, según ellos no tengo necesidades, pero nadie vive con esa plata”.
“Efectivamente y con mucha vergüenza, muchos de esos hogares que no están tipificados en hogares en situación de pobreza necesitan apoyo. El apoyo en términos fácticos es el sistema financiero, pero en el endeudamiento», explica Kremerman.
«Tienen que disfrazar de alguna manera los ingresos», dice el economista de Fundación Sol.
Las políticas de focalización ha sido criticada por la incapacidad que se ha evidenciado en la segmentación efectiva de los hogares que requieren del aporte del Estado. Los bonos entregados durante la crisis sanitaria son un reflejo de esta distancia.
Históricamente y durante la pandemia, las políticas de focalización para el desarrollo de la protección social ha sido criticada por la incapacidad que se ha evidenciado en la segmentación efectiva de los hogares que requieren del aporte del Estado para su subsistencia o consolidación. Los bonos entregados durante la crisis sanitaria son un reflejo de esta distancia. Es más, las controversias frente al bono de clase media, el que fue entregado solo a un millón de personas, es la evidencia clara de la distancia entre las estadísticas gubernamentales y las necesidades.
Es por esto que “la toma es una medida política», dice Undurraga. «El hecho de que te pidan un sueldo para postular a una casa es una doble chapa, porque resulta que si no muestras que ganas más de 1,2 millones no puedes postular a una casa ante un banco. Es injusto y no tienes un equilibrio, porque si no eres lo suficientemente pobre, no tienes derecho a casa tampoco”, plantea Undurraga.
De esta manera, según Kremerman “los sectores medios de Huechuraba quedan invisibilizados. Se trata de una población que -teniendo ingresos más altos que los pobres de la comuna- no llega a fin de mes y necesita apoyo estatal, y, a modo de estrategia de sobrevivencia, se inscribe en el RSH para tener más probabilidades de tener algún beneficio”.
Natalí, quien solicitó mantener su apellido en reserva, es vocera del comité de allegados de la toma Nueva los Damascos, en la que hay cerca de 75 núcleos familiares.
Según plantea la dirigente social “los instrumentos de medición son ajenos a la realidad del poblador. Puedes tener un título, pero sigues siendo una persona carente. Quizás te va quedar un poco de plata, pero no te va a alcanzar para un dividendo”.
Incluso relata que las personas se plantean la posibilidad de “ahorrar para darme un gusto, pero entonces siempre vas a vivir marcando un paso. Yo estudio técnico en enfermería y en mi vida me he ganado una beca, ni la tarjeta Junaeb me dieron. Yo me pago todo”.
“Según mi puntaje soy cuica, estoy en el 70% de vulnerabilidad, que quiere decir que soy una persona de clase media. El concepto que tenemos acá en la pobla es que tienes que ser zarpao porque la vida te crió así. Pero los cabros de ahora entendimos que efectivamente sirve ser zarpao, pero es fundamental tener las herramientas educativas para confrontar a estas personas ( las instituciones del estado) que son antagonistas en nuestras vidas”, relata Natali.
"Según mi puntaje soy cuica", dice Natalí, pobladora.
“Hay un complemento de muchos factores. La generación previa a nosotros que arrastra violaciones a los derechos humanos en dictadura y el abuso constante de la clase alta, nos ha tocado de-construirlo. Tenemos acceso a los medios de comunicación y redes sociales, tenemos amor propio y en este sentido, los estudios son una herramienta para el poblador indignado consciente de su realidad, porque tenemos un propósito: como las leyes son objetivas, tienen una sola interpretación al darle esa lectura, lo que tienes que buscar es la conversión de lo que entiendes a tu lenguaje para explicárselo a tu poblador y ellos van a entender. La gente no estudia políticas habitacionales porque quiere, es una necesidad, porque no te queda otra”, explica Natalia.
Negociación con Minvu
En la agrupación Vida Digna hay siete comités de vivienda, tres de ellos son de Huechuraba. El más antiguo de estos tres es el Comité de Allegados de Huechuraba, que tiene tres años de negociación con el Serviu.
Según la información que expone parte de la agrupación del movimiento Vida Digna a INTERFERENCIA el Serviu les había exigido un compromiso por parte de la Municipalidad y un estudios de mecánica de suelo favorable para adjudicar el terreno al Comité de Allegados de Huechuraba. Eso ya está listo, dicen los pobladores. Incluso el estudio de suelo se aprobó en diciembre; «hace cinco meses que estamos esperando que se nos adjudique el terreno”, explica uno de ellos.
Por otra parte, las tomas Los Prunos y Los Damascos que se constituyeron como comité luego de mantener conversaciones con el Minsiterio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), se encuentran en la búsqueda de terreno en la comuna para que estos sean comprados por el Serviu (Serrvicio de Vivienda y Urbanismo). En febrero se le envió la información completa sobre terrenos disponibles en la comuna, sin embargo, según dicen los vecinos, aún cuando existen conversaciones, hay una práctica dilatoria por parte del Ministerio, que incorpora el conflicto como estrategia.
INTERFERENCIA contactó al Ministerio de Vivienda para conocer su versión sobre el estado de avance de la adquisición de terrenos para la toma Los Prunos y Los Damascos.
La respuesta que emanó del Seremi de Vivienda de la Región Metropolitana dice lo siguiente: “En la mesa se están analizando todas las herramientas que tiene el Ministerio para adquirir terrenos sin descartar ninguna. Es importante tener presente que se trata de comités recientemente conformados y que aún no han ingresado a la plataforma ministerial que tiene como función apoyar y orientar a las familias y comunidades sobre los programas habitacionales más adecuados para ellos, dado que estos comités son relativamente nuevos y en la región Metropolitana ya están postulando a proyectos de mayor antigüedad. Como Ministerio respetamos el orden de prelación de los comités que vienen trabajando con nosotros desde hace tiempo”.