Proyecto Elemental: vivienda social a gusto del consumidor
Francisco Aedo
Son 100 familias que trazaron con lápiz dónde querían vivir. Los más chicos pintaron parques y columpios. Los más grandes, un lugar amplio y cómodo. Y la iniciativa ha despertado admiración. Obtuvo el último premio de la XV Bienal de Arquitectura.
Sin calefón. Es más, sin dormitorio. En primera instancia se podría pensar que son viviendas básicas que no cumplen con las normas mínimas para un grupo familiar. Sin embargo, tras dichas carencias se oculta la capacidad de crecimiento. Una capacidad de crecimiento que a fines de octubre ganó el premio de la XV Bienal de Arquitectura de nuestro país, entidad que durante los últimos años había declarado desierto el premio en la categoría vivienda social y que este año no sólo reconoció a un proyecto en dicho segmento, sino que además le otorgó el principal galardón de toda la Bienal, pues en 2006 las categorías fueron suprimidas.
Continúa…
Hace más de 30 años, unas 100 familias se tomaron terrenos que abarcaban unos 5 mil metros cuadrados en el sector de Quinta Monroy, a tres cuadras del centro de la ciudad de Iquique. El año 2001 se ofreció trasladar estas familias a Alto Hospicio, lejos del centro de Iquique, como solución para sus demandas de vivienda. Los vecinos se negaron, argumentando que los costos de su vida aumentaría y la comodidad disminuiría. En ese entonces el sector cargaba con el estigma de droga y delincuencia. Los colectivos les ponían problemas para dejarlos en sus calles. “A la Quinta Monroy no vamos”, era la frase que se escuchaba.
Práxedes Campos llegó el año 93 a Quinta Monroy. Ocho años más tarde, esta dirigenta organizaría a los vecinos en su negativa para trasladarse a las afueras de la ciudad. Después de una batalla judicial, consiguieron que el Serviu comprara el suelo para construir viviendas sociales. El tema pasaba por el costo de los terrenos, que era tres veces más caro que el de Alto Hospicio, pero que a juicio de los pobladores, representaba otros beneficios.
El director del programa Elemental de la Universidad Católica, Alejandro Aravena, entiende la negativa. “Estar en la ciudad, cerca de sus redes de oportunidades, es clave para superar la pobreza. No sacas nada con mandar a los vecinos lejos del centro, de su trabajo, con mala locomoción. Todo lo que ganas por un terreno más barato lo pierdes en calidad de vida”.
La opción del programa Elemental, aunque suene extraño, fue entregar la mitad de la casa. Una vivienda sin calefón, pero con la estructura que permitiera a los vecinos seguir ampliando su casa, que quedaría a tres cuadras del centro de Iquique, en un terreno mucho más caro que Alto Hospicio. Para pagar este precio, los mismos vecinos tuvieron que desembolsar parte del dinero obtenido por el subsidio. La idea final del programa era no preocuparse por cuántos metros se entregarían el día de la inauguración, sino hasta cuántos metros podrían llegar a construir los vecinos.
“Se trata de identificar qué es lo que la familia no podría hacer después de la entrega de su casa”, dice Aravena. Es por ello que el proyecto no entregaba el dormitorio, pero sí la estructura para el estado final de la casa, uno de las preguntas fundamentales para el grupo de arquitectos. Las otras fueron dar una buena localización para los habitantes; un diseño que permitiera a los vecinos hacer la segunda mitad de la casa; lo que los autores del proyecto llaman “cumplir con el ADN de clase media”, es decir preocuparse de generar la opción de tener un baño más grande, una cocina separada del comedor y otras características que le aseguraran a los vecinos que sus 36 metros cuadrados los podrían transformar en 72 y quedar cómodos.
Práxedes Campos asegura que se ha generado un efecto solidario. “Si un vecino sabe electricidad ayuda al otro en las conexiones de su casa, el que sabe de cemento ayuda a ‘concretar’ algún piso vecino y así más del 80% tiene su casa casi lista. Algunos han construido hasta cuatro dormitorios”, dice. Antes de comenzar el proyecto, los arquitectos pidieron a los vecinos que dibujaran cómo creían que quedarían sus futuras casas. En un trazo rústico, las personas se atrevieron a esbozar sus anhelos, que hoy día son realidad. De ser dos casas en primer piso y un dúplex sobre la misma, pasaron la primera a crecer hacia el fondo y la segunda hacia el lado.
El programa Elemental trabaja en estos momentos en 15 proyectos, entre los cuales se cuenta Iquique, Antofagasta, Valparaíso, Santiago. El que se vislumbra con entrega más próxima es el de Renca, donde la organización Un Techo para Chile funciona como el aglutinador de los vecinos -en el caso de Iquique fue Chile Barrio-. Se trata de casas de tres pisos, con un muro medianero. “Los principios son los mismos, las casas son diferentes”, dice Aravena.
Hoy día Alejandro está feliz. Tras el premio de la bienal recibió un correo electrónico de Kenneth Frampton, uno de los gurúes de la arquitectura mundial, autor de “Historia crítica de la arquitectura moderna”. En su e-mail, el profesor Frampton le informaba a Alejandro que en la cuarta edición de su libro quiere incluir un proyecto chileno: El Programa Elemental. Práxedes también está feliz. Claro que sus razones son menos académicas. “Vivo en un pequeño palacio y ahora tengo ventanas por las cuales puedo ver la luz del día y la oscuridad de la noche”. LN
Fuente: La Nación, Lunes 25 de Diciembre de 2006