La otra pandemia de Puente Alto: los peligros de la pobreza y la indiferencia del Estado en la multiplicación del COVID-19

Por Felipe Saleh

Fuente: El Mostrador 06/04/2020

La gente de la comuna no puede hacer cuarentena. Debe salir a trabajar, por eso siguen las filas en los paraderos de transporte público. Las ferias funcionan con una inquietante normalidad y el hacinamiento ya regaló sus primeros infectados en la cárcel y un hogar estatal de ancianos. La precariedad con que se vive en esta zona, la convierte en un espejo de lo que está ocurriendo en el resto del país. «Es una de las comunas más grandes de Chile, todo lo que pasa allí pasa a escala», advierten.

“Hasta ahora está bien pareja la situación, sin importar si es población o villa, hay casos muy complicados en todos lados. Económicamente el problema no es por sector, sino más bien por  el rubro al que se dedica la gente”, dice Gustavo Donoso, un residente de Villa La Foresta, que junto a no más de cinco personas del barrio se organizan para repartir canastas familiares entre los hogares más afectados, según determina la junta de vecinos respectiva.

Este mismo grupo de vecinos, recientemente, junto a otras asociaciones pequeñas, como la Coordinadora Social Shishigang, el Canal 45 y los colectivos formados en el fragor del 18 de octubre, y que son conocidos por todos como la Brigada Cordillera y Puente Alto Despertó, juntaron algunas cajas de alimentos que fueron donadas por almaceneros del sector y las repartieron al día siguiente.

La pobreza es una condición común  en los sectores más vulnerables de esta popular comuna de Santiago Sur, pero, con el COVID-19 y la indiferencia del Estado, la situación amenaza con ponerse oscura. Sin embargo, esta no es la única comuna que podría pagar los costos de la pandemia mal enfrentada. Puente Alto es nada más que un símbolo de una realidad de vulnerabilidad ante el contagio que afecta a gran parte del país.

El mapa de los vulnerables

En Puente Alto viven 625 mil personas, según el Censo de 2017, y por estos días se puede apreciar una inquietante normalidad. Desde hace dos semanas las ferias siguen funcionando. Hubo filas en la municipalidad para pagar el Permiso de Circulación, también en los cajeros automáticos de la plaza principal. Todos los días, desde el 25 de marzo, cuando el Gobierno decretó cuarentena para siete comunas de la Región Metropolitana, han transcurrido prácticamente como un día más: se ve agolpada la gente en los paraderos esperando transporte público para ir hacia los trabajos en el sector oriente de Santiago.

En Puente Alto un 24% de las jefas y los jefes de hogar, que equivale a unas 38 mil personas, debe salir de sus casas a trabajar, lo que la convierte en una comuna especialmente vulnerable para el contagio del COVID-19, según los datos públicos del Centro de Producción del Espacio (CPE) de la Universidad de Las Américas. Para establecer el trazado, en el CPE usaron los siguientes índices: la cantidad de adultos mayores, la precariedad de la vivienda, el nivel de hacinamiento y la “vulnerabilidad socioeconómica crítica”, un indicador  basado en el nivel de educación de las jefas y los jefes de hogar. 

“Es una de las comunas más grandes de Chile, todo lo que pasa allí pasa a escala. Además en Puente Alto tenemos los niveles de hacinamiento más altos del país. El segundo lugar a nivel nacional. Hacinamiento en la práctica quiere decir que, por pieza de cada casa, hay 2,5 personas o más. Si hay una persona contagiada en la casa, es muy difícil aislarlo, como se recomienda”, puntualiza Francisco Vergara, arquitecto, magíster en Planificación del Desarrollo de la UCL, en Reino Unido, y jefe del equipo que hizo el estudio. En Puente Alto viven 69 mil personas mayores de 60 años.

Los resultados de la muestra indican que hay zonas de la comuna con altos índices de vulnerabilidad que “deberían cerrar mañana, haciendo controles preventivos e implementando una línea de abastecimiento”, detalla Carlos Aguirre, especialista en vivienda e investigador del equipo a cargo del mapa.

Presos, viejos y hacinados

Por el momento, hasta el sábado se reportaban 76 casos en la comuna, 12 de ellos nuevos. Y la zona logró notoriedad nacional a partir de dos lugares complejos donde la situación sanitaria es especialmente crítica. Se trata de la cárcel de Puente Alto y el hogar de ancianos del Senama, o Establecimiento de Larga Estadía (ELEAM).

En el recinto penal hasta el sábado había 6 contagiados, que vivían en la Torre 4 junto a 61 personas. Actualmente hay cuatro de ellos que están aislados en la escuela del recinto, otro en el hospital de la cárcel y el más grave fue trasladado al Hospital Sótero del Río. El resto de la población, perteneciente a un sector de reclusos aún sin condena o de penas bajas, está pidiendo que se les permita cumplir cuarentena en sus casas. La decisión depende de que se apruebe el proyecto de ley para conmutar penas que impulsa el Gobierno y que está trabado por la posibilidad de que incluya a condenados por delitos de Derechos Humanos.

Paralelamente, en el hogar de ancianos ELEAM Cordillera, ubicado en avenida Santa Rosa, hay hasta ahora 12 casos confirmados y un fallecido. Además, este fin de semana el Ministerio de Salud confirmó que solo quedan 48 personas en el hogar, luego del traslado de 21 adultos mayores a La Florida, donde funciona el santuario  de Schoenstatt. En el paradero 14 de Vicuña Mackenna.

En Puente Alto el escenario ideal de prevención, como se intenta imponer en las comunas con cuarentena oficial, se ve muy lejano. La realidad está pesando más. “Aquí la gente no puede hacer cuarentena. No es que no quiera, la gran mayoría no puede y eso es porque no hay políticas públicas que permitan que la gente pueda hacer la cuarentena. Si la municipalidad asumiera políticas reales de apoyo a las vecinas y vecinos de Puente Alto, tú tendrías una comunidad que podría estar en su casa haciendo cuarentena, como están hoy día los estudiantes, sin clases. Pero la necesidad es de salir a trabajar para comer”, recalca Roxana Guajardo, enfermera hace 22 años en el Hospital Sótero del Río y dirigenta de los funcionarios de la Red de Salud Sur Oriente, que incluye también a los hospitales de La Florida y Padre Hurtado en La Pintana.

Entre los funcionarios de la salud ya se cuentan 1.500 en cuarentena.

Precisamente, el colapso económico no puede separarse de la realidad sanitaria. Lo reconoce el propio alcalde Germán Codina, quien pide ayuda al gobierno central. “Los trabajadores independientes, los trabajadores informales, esa clase media a quien la contracción económica está llevando a tener cero venta de sus servicios o sus productos, necesitan un apoyo inmediato, rápido e intenso, desde el Estado. Por eso he planteado que se tiene que hacer una suerte de Plan Marshall (el plan de Estados Unidos para levantar Europa después de la II Guerra Mundial), pensando que todos los vecinos que están con problemas puedan capear el temporal de tres o cuatro meses en que vamos a tener instalado el invierno”, sostiene Codina.

El menú de Codina

El protagonismo nacional que ha adquirido el alcalde Codina, desde su rol como presidente de la Asociación Chilena de Municipalidades, que entregó hace dos semanas, según sus críticos lo ha distraído de sus labores en el trabajo estrictamente territorial para enfrentar la emergencia.

“El alcalde ha aprovechado esta plataforma para reivindicarse, saliendo en defensa de la gente, porque estaba bastante mal evaluado. Pero no ha tomado ninguna gran medida en la comuna. Mucha tele pero no ha organizado a las juntas de vecinos, por ejemplo. Se sabe que la cuarentena total es un suicidio. Porque no la van a cumplir. Hay muchos que comen al día y si no organizas una red para repartir comida va a ser un desastre”, señala un excolaborador de Codina en el municipio.

En esta crítica también coincide Gustavo Donoso, de la Villa La Foresta, que se organizó para repartir alimentos. “Hace años que la presencia de la municipalidad en los territorios no se ve mucho. Como organizaciones dependemos de lo que la gente nos dona. Hay juntas de vecinos proclives al alcalde y con ellos se encargan de publicar que todo está bien”.

Codina se defiende afirmando que “siempre que he levantado la voz por temas nacionales, es porque preocupan también a mis vecinos de Puente Alto”. Además muestra la implementación de un sistema de entrega comunal de alimentos que se compran a los feriantes de la comuna. “’La feria a tu casa’ que nos ha permitido ir terminando con las aglomeraciones en la feria, porque ahí había un foco muy complejo. Ha tenido un éxito importante. Estamos financiando el costo de envío de las compras y el costo del call center para que no exista un incentivo para que la gente salga de la casa”, explica Codina, y reconoce que “muchas veces la gente no ha respetado las normas que se han establecido”.

Sin embargo, la red municipal de reparto hasta ahora no es suficiente para los más de 600 mil habitantes de la comuna y las personas de ingresos más bajos, ya que las canastas cuestan desde 7 mil pesos.

Pero el alcalde agrega más elementos al despliegue que asegura estar desarrollando con éxito. “Tenemos 15 sicólogos para los que están en una situación económica muy frágil, que los estresa, y aquellas personas que están haciendo cuarentena, porque uno de los problemas de mi comuna es el hacinamiento. Armamos 24 equipos territoriales para brindar apoyo a las familias que tengan algún integrante con COVID-19 y que necesitan algún tipo de apoyo. Nosotros les llamamos Unidad Covid Móvil”, detalla.

Codina niega que haya improvisación o un desmembramiento de los equipos territoriales que lo mantenían comunicado con el corazón de la comuna, repartidos en distintas organizaciones vecinales. “En caso de que se decrete una cuarentena total, junto a dirigentes sociales tenemos la posibilidad de lo que hemos llamado ‘olla solidaria’”,explica. Y  por si hubiera dudas sobre la  improvisación de la medida, el alcalde detalla el menú: “Van a ser tres menús distintos cada semana, tallarines con salsa proteica, porotos con riendas y lentejas con arroz”.

«El alcalde que se queja», según Piñera

Aunque los nueve Centros de Salud Familiar (Cesfam) o recintos de atención primaria municipal en Puente Alto están en buenas condiciones de infraestructura y los sueldos del personal pueden llegar a ser un 30% más altos que en el resto de las comunas, los problemas que unen a la salud pública en Chile aparecen con mayor evidencia cuando la gestión municipal no es buena, como asegura la dirigenta Roxana Guajardo.

“La programación de la vacunación contra la influenza fue un desastre. Citaron a 200 adultos mayores de los sectores de Las Caletas y San Gerónimo, pero llegaron con 60 vacunas y citan a los 200 todos juntos. En ese contexto hay una irresponsabilidad. Si tú dices no hay condiciones económicas para que la gente pueda hacer la cuarentena, no hay políticas locales ni nacionales, no tienes que llamarlos a aglomerarse, tienes que facilitarles la vida”, subraya.

El Hospital Sótero del Río es el más grande de la zona Sur Oriente y, aunque todavía no está colapsado y se habilitan sectores especiales para ubicar a los infectados de COVID-19 –que todo indica aumentarán–, la falta de recursos es grave.

“Lo vemos con preocupación porque tenemos un ministro sin ninguna sintonía con lo que pasa en los hospitales, por más que te digan que compraron ventiladores, que tienen materiales, eso no ha sido cierto, nosotros tenemos quiebre de stock todos los días de un elemento distinto. La semana pasada no había delantales con mangas de plástico. Se acabó el alcohol gel. Cenabast está repartiendo de una manera que no da abasto con el aumento de los pacientes. Las personas saben que tienen que cuidar los insumos en un contexto donde hay restricción”, dice Guajardo.

El alcalde Germán Codina ha generado especial molestia en La Moneda, a pesar de pertenecer a un partido oficialista. El Presidente Sebastián Piñera, en la entrevista que dio a Chilevisión, aludió a él sin nombrarlo cuando dijo “hay alcaldes que se quejan por todo”. Consciente del mensaje que le mandó Piñera y lejos de arrepentirse o moderarse, Codina insiste:

“Me quejo de que todavía no se fijen los precios del alcohol gel, de las mascarillas y de los insumos que necesitan los trabajadores para poder protegerse bien. Me quejo de que no se implementen adecuadas medidas de protección del personal de atención primaria y de los hospitales. Me quejo de que todavía no se les diga a las AFP que este año no tienen que cobrar comisiones y sacar utilidades. Me quejo de que mis vecinos no cuentan con toda la información que en el Ministerio de Salud la manejan muy centralizadamente, no la comparten. Me quejo de que los diagnósticos se demoran casi una semana. Me quejo de que el transporte sigue exponiendo a mis vecinos a que se puedan contagiar. Me quejo de que no se declare la cuarentena como corresponde en Puente Alto, en La Florida, en Maipú y en el resto de las comunas de Santiago, para proteger a la gente que vive hacinada y evitar que se instale el virus en los hogares de nuestra comuna”, expresa el alcalde.

Por el momento la situación es complicada en opinión de Francisco Vergara, del Centro de Producción del Espacio. “Puente Alto es muy particular, porque reúne muchas condiciones que son la calidad de la vivienda mala, y muchos adultos mayores, la cercanía con focos de contagio. Es difícil ver un caso similar. Quizás hacia el sur, en Chillán, o hacia el norte, Arica es una comuna muy expuesta. En el sur, lo que está pasando en Temuco. Pero en el sector de Valdivia, Osorno, Puerto Montt, hay mucha movilidad entre ciudades, casi cotidianas, de personas, de camiones con comida, hay mucha interrelación entre las personas y no suficientes medidas de restricción hasta el momento”, concluye.

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