Hábitat vulnerable

Por Alberto Sato Kotani

Fuente: El Mostrador 19/01/2023

Hay construcciones frágiles y carpas cuya apariencia desordenada señalan transitoriedad, precariedad, miseria –pobreza al fin–, que eufemísticamente se podrían denominar un hábitat ‘vulnerable’, así como también los entornos deteriorados, la contaminación, la delincuencia y otros males sociales. En fin, no se trata de un comentario estético-formal de la arquitectura de una tienda de campaña, sino de señalar, por ejemplo, la permisividad de estas instalaciones sobre la Avenida de Las Delicias —a pocos metros de La Moneda—, y más que un descuido de quienes tienen a su cargo su despeje de la vía pública y su cuidado, lo que denota la persistencia en el Estado de la teoría del buen salvaje roussoniano.

Es evidente que estas instalaciones perturban el buen funcionamiento de la ciudad, además de ofrecer una imagen impresentable, especialmente cuando se ubican a pocos metros de La Moneda.

Pero, ¿qué significan tantas carpas instaladas en los espacios públicos? Significa que el Estado, según Hobbes, no se ocupa o no se atreve a ordenar. Aquel monstruo del Leviatán es, sin duda, el mal necesario al que se apela cuando la sociedad se desordena.

En las redes sociales, mucha gente asoció a esta problemática la enorme presencia neumática instalada frente a la casa de Gobierno, que alberga a las actividades centrales de la recientemente inaugurada XXII Bienal de Arquitectura de Chile. Su apariencia de envoltura amarrada, similar a muchas otras más pequeñas instaladas a lo largo del bandejón de la otrora Alameda de Las Delicias, proporciona esta inevitable lectura que expresa el dispositivo. La segunda lectura, creo más relevante, es la generación de un recinto urbano transitorio, como son los eventos significativos en la ciudad, pero altamente eficiente y confortable.

Sin duda, la instalación advierte acerca de la vulnerabilidad, de la fragilidad de la condición contemporánea de nuestra vida y, por lo tanto, advierte y enfrenta también a las viviendas en campamentos en lugares mal habidos bajo especulación, y en quebradas y terrenos bajo riesgo de incendios, aluviones, inundaciones, y sin ningún servicio básico; el mal aprovechamiento de fuentes acuíferas o su apropiación; las deforestaciones. En fin, la extensa lista de situaciones que hacen vulnerable el hábitat humano, donde precisamente la arquitectura está destinada a proporcionar buena calidad de vida.

La instalación es el resultado de la investigación experimental de tecnologías constructivas desarrollada por el arquitecto Smiljan Radic, al menos desde 2009, con el pabellón meetpoint, para China. El dispositivo actual, ubicado en la Plaza de la Constitución, se podría leer como un mensaje al vecino de enfrente, pero el tema de la bienal se expresa de modo diáfano: la vulnerabilidad forma parte de nuestra naturaleza contemporánea y la consistencia y la solidez son pura nostalgia: como los terremotos, debemos saber vivir con ellos.

Smiljan Radic y Nicolás Schmidt realizaron una primera aproximación a este concepto en Alameda 2021, con la ampliación temporaria de la galería de arte del Ministerio de Educación, también sobre la Alameda, expandiendo su sala por medio de un globo inflado transitable que salía de un ventanal hacia la acera.

Esta vez, este enorme globo de 25m x 35m x 8m de altura, con capacidad para al menos 250 personas, perfectamente climatizado, dio albergue a la inauguración, el pasado 14 de enero, de la XXII Bienal de Arquitectura, que ofrecerá al público durante una semana diversas actividades y cuya temática girará en torno al tema del hábitat vulnerable.

Pero no se trata tanto de denunciar aquella condición, porque la búsqueda de su opuesto, lo fuerte y consistente, lo durable, es lo que condujo darwinianamente a buena parte de la población a esta fragilidad, precariedad y vulnerabilidad.

En circunstancias actuales, estos entornos constituyen un desafío más grande que simplemente resolver radicalmente la ecuación con su opuesto; es decir, a lo vulnerable oponer lo fuerte y consistente. Sino que, en tanto condición de vida, la arquitectura asume su tarea social sin grandes relatos redentores. De este modo, la XXIIª Bienal de Arquitectura se dirige a la gente, en el privilegiado espacio público de la Plaza de la Ciudadanía, diciendo qué sabe hacer y qué puede ofrecer.

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