Raúl Zibechi, analista uruguayo de los movimientos sociales: “Estamos viviendo un cambio de época en que se están afirmando las fuerzas del cambio desde abajo”
Radio Placeres comparte una entrevista con el destacado intelectual uruguayo Raul Zibechi, periodista que es parte del equipo del semanario Brecha de Uruguay y autor de los libros: “Dispersar el Poder, los movimientos como poderes antiestatales” y “Autonomías y Emancipaciones, América Latina en movimiento”, publicados por editorial Quimantú.
-¿Cómo es tu percepción de lo que está ocurriendo, primero en el contexto latinoamericano –donde indudablemente está el tema de Honduras-; cómo está eso dentro de tu perspectiva de análisis?
-Me parece que en los últimos cinco a diez años en América Latina se está produciendo un cambio importante; en los años 90 el modelo neoliberal impactó con mucha fuerza y ya a fines de los 90 y principios del nuevo siglo, los movimientos sociales armaron su movilización contra este modelo, con más o menos éxito según los países y según los lugares, pero en general posibilitaron la deslegitimación del modelo en la mayor parte del continente y facilitaron la llegada al gobierno de fuerzas llamadas a sí mismas progresistas o de izquierda, también con diferencias según países. Los casos más de “punta”, que son los de Bolivia –sin lugar a dudas-, Venezuela, Ecuador, de algún modo Argentina, la potencia de la movilización puso en retirada a las fuerzas políticas más neoliberales. En algunos casos, como el de Bolivia, promovieron un cambio –de abajo a arriba- muy importante, un cambio completo de época, que permitió el acceso al gobierno de Evo Morales, y de los sectores populares organizados, de las comunidades indígenas: comunidades aimaras, quechuas y de las tierras bajas (guaraníes, chiquitanos y otros). Y ahí hay un cambio en la relación de fuerzas; en este momento precisamente estamos asistiendo a una pérdida de la hegemonía de Estados Unidos en todo el continente o por lo menos a un deterioro de su hegemonía absoluta que tuvo durante tantas décadas. Y están apareciendo otras fuerzas, y dentro de esas otras fuerzas mi impresión es que los movimientos sociales son la punta de lanza de la lucha y de la resistencia al modelo actual –neoliberalismo y capitalismo-; pero también hay la aparición de nuevas potencias hegemónicas en la región, como Brasil, que desplazan al imperialismo. Y, solapado en ese proceso, en algunos casos, los movimientos han producido avances realmente notables; el caso de Bolivia que te mencionaba es uno, pero no es el único; con más o menos fuerza también se está dando en el resto de los países. Creo que estamos viviendo un cambio de época, y eso tiene que hacernos alentar, a mí por lo menos, un cierto optimismo, más allá de que no todas son victorias y de que el panorama es muy complejo, porque desde el vértice del poder de las multinacionales y de Estados Unidos se está intentando reacomodar esta situación. Pero yo creo que se están afirmando las fuerzas del cambio; no me refiero a los partidos ni a los gobiernos sino que a las fuerzas del cambio desde abajo…
-Porque es en los movimientos sociales donde efectivamente está la máxima potencia social…
-Claro, en los últimos 20 años hemos asistido a la irrupción de movimientos de nuevo tipo; vos tenés a los zapatistas, tenés a los Sin Tierra, tenés a los indígenas en toda la región andina, tenés a los sectores populares urbanos, concretamente en Argentina a los Piqueteros; sectores urbanos aimaras en el Alto, Bolivia, en Cochabamba, quechuas, y en casi todos los países con esa trilogía de movimientos, que son: indígenas, campesinos sin tierra o campesinos pobres y sectores populares urbanos; esas tres fuerzas están produciendo cambios en la forma de ver la sociedad… y además están produciendo cambios sin esperar a que los gobiernos lo decidan. Por ejemplo, en Brasil, los Sin Tierra están produciendo una reforma agraria desde abajo, no están esperando a que Lula les dé la tierra; si Lula les hace una reforma agraria, mucho mejor, pero lo que realmente están haciendo es “su” reforma agraria desde abajo, tomando tierras, produciendo; “ocupar, producir, resistir” es la consigna de los Sin Tierra. Y así sucede en muchas partes, son millones y millones de hectáreas en toda América Latina que los campesinos están recuperando, en situación difícil realmente, porque ahí tenés los casos de Colombia, donde hay una guerra, de Perú, donde hay un gobierno muy autoritario, pero obteniendo cosas, que antes eran más difíciles de conseguir…
-O que se esperaba que llegaran desde el Poder…
-Se esperaba que llegaran desde arriba, y ese es un cambio importante; la gente espera cada vez menos de arriba, ya sea de Dios, del rey o de los gobiernos, que no son los salvadores; como dice la Internacional, la propia gente organizándose se está salvando a sí misma.
-En ese proceso de reorganización que tú percibes en América Latina y que acá nosotros en Chile también somos parte de ese movimiento, ¿cuál crees que es el rol de los medios de comunicación popular, de la prensa popular, de las radios comunitarias, de la televisión alternativa?
-Yo creo que cuando un movimiento social es muy fuerte, cuando un movimiento social tiene potencia, naturalmente va creando sus propias formas de comunicación. Hoy tenemos tres formas de comunicación: en los medios comerciales a veces los movimientos consiguen abrir espacios; después, crean sus propios medios formales, ¿qué es un medio popular formal?: una radio comunitaria o alternativa, una televisión, un periódico; pero la asamblea es también una forma de comunicación. Y después hay una gran cantidad de formas de comunicación más informales, invisibles: el boca a boca, espacios que se dan en los mercados, en la sociabilidad popular. Entonces, en algunas ocasiones, los movimientos consiguen poder activar las tres formas; eso sucedió durante la insurrección del 2003 en Bolivia, la del 2001 en Argentina, la de los diferentes levantamientos indígenas que ha habido en Ecuador…
-En la defensa de Chávez en el 2002…
-Y ahí en el intento de golpe de Estado los medios comerciales estaban todos en manos del Estado, los medios alternativos habían sido neutralizados, y fue el boca a boca, que es un medio de comunicación informal, popular, cotidiano. Entonces, de todos esos medios, yo creo que en este período la radio está teniendo un papel muy destacado, porque la radio le ha permitido, por ejemplo, a la Red Arbol, de Bolivia, tejer una amplísima red de emisoras locales que se coordinan con miles de entrevistadores populares, de colaboradores de esos medios, que enriquecen esa capacidad de comunicación. Yo entiendo que la verdadera comunicación no es el discurso hacia afuera, que es la intercomunicación de los de abajo, que es una comunicación hacia adentro del sector popular.
-Entre pares, horizontal…
-Claro, siguiendo a un chileno, Humberto Maturana, la comunicación en estos casos, el efecto más positivo que produce es una coordinación de conductas de sectores populares, un ponerse de acuerdo para… Como a veces no se puede utilizar la asamblea porque son comunidades muy distantes, la radio juega mucho ese papel de intercomunicación de los de abajo para preparar sus movilizaciones, sus levantamientos, sus diferentes manifestaciones de lucha; ahí tenemos un papel riquísimo de las radios. Hay miles de radios populares en América Latina -sólo en Argentina llegó a haber tres mil radios comunitarias en los ochentas…
-¿Qué ha pasado con esas emisoras?
-Estaban coordinadas en la Farco –Federación argentina de radios comunitarias- Después vino el Estado; cuando vio que eran tan exitosas les hizo una ley, y legalizó una parte, que se hicieron comerciales. Pero todavía subsiste una gran cantidad de radios, porque, según lo que yo veo, en muchos lugares la radio no es sólo lo que se transmite al aire, eso es una parte, la radio también es un espacio de encuentro de gente, de organización; van colectivos a hacer sus programas, ya sea de jóvenes que hacen programas musicales, de hip-hop, o de trabajadores que necesitan la radio para difundir sus demandas, para llamar a una asamblea. Entonces, esa gran cantidad de miles de radios que hay por todo el continente, son parte del movimiento social, no son algo ajeno a él. Tienen como objetivo, aunque no lo declaren explícitamente, facilitar la comunicación entre los de abajo, porque una radio no haría un buen papel si solamente se limitara a transmitir y se fueran para su casa después; también el lugar de donde transmiten suele ser un punto de referencia, un lugar de encuentro, donde, cuando hay un problema, la gente acude allí para hacerlo público, etc.
Entonces estamos en esa etapa; el hecho de que hoy el movimiento social tenga una gama amplia de medios, formales: periódicos, radios, televisoras, está mostrando que hay una potencia lo suficientemente desarrollada como para emitir un discurso que desafíe al sistema. Normalmente, en los momentos de mucha baja de la lucha, los sectores populares solamente hablan en sus espacios más recónditos, que son menos controlados por el Poder: los grupos de esclavos –en la época de la esclavitud- ¿dónde hablaban entre ellos?: en las barracas, de noche, cuando los patrones, los caporales, los capataces no los escuchaban. Pero ahora estamos en esa etapa en que los de abajo enarbolan un discurso público, que es un discurso de desafío. Entonces quiere decir, mirado desde ese punto de vista, que estamos en un período importante de la lucha; no en vano el control, la represión, las formas sutiles de domesticación, como son los planes sociales, los proyectos que implementan ONGs junto con los gobiernos progresistas, tienen tanta fuerza. Los de arriba -y Chile es un caso muy particularmente claro de eso-, perciben el peligro que representan los de abajo para sus intereses. Entonces de ahí esa tarea que se puso el pinochetismo y los gobiernos post-pinochetistas de erradicar los campamentos y llevarlos bien lejos en las ciudades, en barrios muy inhóspitos, difícilmente comunicables con el centro de la ciudad y con otros barrios.
-Los separan por carreteras además…
-Exactamente, les ponen iglesias para que hayan unos pentecostales, unos menonitas, unos católicos, y que también estén divididos. Porque antes la forma de control era la fábrica, y la fábrica fue neutralizada como forma de control por la rebeldía; en la fábrica había un control muy claro de la patronal a los trabajadores. Pero, una vez que se neutraliza ese control fabril, hay que hacer un control territorial de otro tipo, mucho más difícil, pero que el sistema ha aprendido a hacer. Chile es un laboratorio importante en ese aprendizaje.
Fuente: Radio Placeres
Radio Placeres conversó, el pasado 5 de julio, con el escritor y periodista uruguayo Raúl Zibechi. La entrevista se realizó en el marco del Encuentro por la Construcción y la Reconstrucción del Movimiento Popular de Base, en Placilla, comuna de Valparaíso.
Entre 1969 y 1973, Raúl Zibechi fue militante del Frente Estudiantil Revolucionario (FER), agrupación estudiantil vinculada al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Bajo la dictadura militar uruguaya, iniciada en 1973, fue activista en la resistencia al régimen hasta que en 1975 se trasladó a Buenos Aires, para exiliarse una vez más en 1976 luego del golpe militar en Argentina.
Se desplazó a Madrid, España, donde estuvo vinculado durante más de diez años al Movimiento Comunista en tareas de alfabetización de campesinos y en el movimiento antimilitarista contra la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Desde 1986, como periodista e investigador-militante, recorre casi todos los países de América Latina, con especial énfasis en la región andina. Conoce buena parte de los movimientos de la región y colabora en tareas de formación y difusión con movimientos urbanos argentinos, campesinos paraguayos, comunidades indígenas bolivianas, peruanas, mapuche y colombianas. Todo su trabajo teórico está destinado a comprender y defender los procesos organizativos de estos movimientos.