Violencia en las poblaciones: La historia detrás de los niños pistoleros

Los «fierros» los compran o arriendan en las ferias. «Revientan» las casas de sus enemigos. Y «se pitean» al que los reventó. Sus enemigos viven a la vuelta de la esquina y -mientras los «paparazean»- no hacen nada más que «consumir» pasta o «meter ficha» en las máquinas de azar. De la escuela, ni hablar. La mayoría desertó o fue expulsado. Sus padres, también.

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por Claudia Guzmán

La población Santo Tomás está llena de paparazzi. No son fotógrafos de farándula. Son Los Guarenes, Los Phillip, Los Bomba Azul, Los Suicidas o Los De Repente. Son bandas de niños que con pistolas y escopetas, automáticas o hechizas, aguardan vigilantes a que un miembro de la banda rival se atreva a invadir su territorio.

El pasado 19 de abril, Alexis Flandes se atrevió. Se puso a «meter ficha» en la máquina de un almacén del pasaje Pablo VI y, por tercera vez, alguien lo baleó. Fue fatal. El joven de 16 años murió al recibir siete impactos de bala, que se sumaron a los que meses antes lo habían dejado con un testículo menos y serias dificultades para caminar.

¿Quién lo mató? El Vaster o El Bacteria, ambos apodos de un niño de sólo 14 años de edad.

Hoy Vaster está internado en un centro del Sename en la comuna de San Joaquín. Cada miércoles y domingo, su mamá y hermanos lo van a visitar. Su padre ya no irá. El miércoles fue encarcelado luego de que la Fiscalía Sur lo formalizara por una agresión previa al mismo niño que su hijo mató.

Dicen que el Vaster se ve tranquilo. Dejó de fumar los pitos de marihuana o pasta base que compraba en $500 y no quiere pensar en lo que pasó. «El diablo se le metió al cuerpo», cuenta la mamá. Y pide: «Quiero que se quedé ahí. Yo no lo puedo traer de vuelta, ellos lo pueden ayudar».

Los narcos de La Legua se desplazan

La trágica historia de El Flandes y El Vaster es una de tantas que se viven en el sector sur de la capital. El fiscal Pedro Orthusteguy, de la fiscalía de delitos violentos, calcula que cerca del 20% de las causas que le tocan ver incluyen a menores de edad. «Se trata de menores con clara conciencia de que irán a los Tribunales de Familia y de que, posiblemente, se les absolverá», admite.

En sus casi dos años de gestión ha visto un incremento en la criminalidad. Particularmente en la comuna de La Pintana, sector en el que junto a Investigaciones trabaja un mapa de pandillas para combatir el alza de los delitos como el homicidio, cuyas denuncias subieron de 4 en 2004, a 9 en 2005 y a 13 en 2006.

Esos años son claves. Lo dice el alcalde de la comuna, Jaime Pavez. «El alza de los delitos viene aparejado del alza en el consumo de drogas, a niveles que antes no se tenían. El narcotráfico no era un problema. Ahora sí. Porque el desplazamiento de personas de La Legua, luego de la intervención del Gobierno, los trajo acá», asegura.

Felipe Harboe, subsecretario de Interior, reconoce que la intervención en La Legua produjo un desplazamiento hacia La Pintana, Pedro Aguirre Cerda y Puente Alto. Es por eso que hace tres semanas se reunió con el alcalde Pavez para diseñar un plan de acción. Para prevenir ya tienen carabineros fijos en las postas y haciendo rondas en las ferias libres del sector, pues es ahí donde el alcalde sabe que los menores compran o arriendan los «fierros» con que dispararán. «Aunque también es cierto que las pueden fabricar con dos tubos y un percutor», reconoce Harboe.

Alcalde y subsecretario buscan la forma de intervenir sin estigmatizar. Pero ambos reconocen que la tarea es ardua, pues se trata de una comuna que se pobló a partir de la erradicación de campamentos, desde los años 70, y que llevó a miles de personas a un terreno donde no existían ofertas de trabajo, salud o educación. Así, por ejemplo, llegaron en los años 80, después de las crecidas del Mapocho, Los Guarenes.

Hoy La Pintana se enorgullece de tener más cupos educacionales que los que demanda su población. Pero su ingreso per cápita ($80.000) sigue siendo el más bajo de la región. También tiene serias dificultades de acceso; la mayoría de quienes trabajan lo hacen en el mismo sector y, con eso, aumentan el hacinamiento de una comuna donde las casas de más de 18 metros cuadrados son la excepción.

«Durante 30 años, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo ha hecho viviendas, pero no urbanismo», denuncia Pavez. «La ciudad se deshizo de ellos, los dejó acá», añade.

Y Harboe concuerda en que el planeamiento urbano es un eje central en la Estrategia Nacional de Seguridad: «Una alta densidad poblacional genera problemas de convivencia que, en un 80% se traduce en violencia y, de ese porcentaje, un 40% se traduce en delito. ¿Y dónde se focaliza éste? En los jóvenes que viven la desesperanza. Es una cadena que hay que romper».

Es por eso que fiscal, alcalde, subsecretario y cientos de vecinos de La Pintana tienen sus ojos puestos en la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente que, por estos días, amenaza con abortar.

Habla la madre de un niño asesino: «A mi hijo lo discriminaron»

En el Pasaje El Pehuén, en la Población Santo Tomás de La Pintana, vive Margarita Pedrero, madre del niño de 14 años que mató a otro de 16. Atiende detrás de la reja y desconfía de cada persona que ve.

«A mí me han reventado la casa muchas veces. Y esta casa es lo único que tengo. Por eso el Vaster salió a buscar al Flandes, porque el día antes me habían balaceado la casa y me habían tirado una molotov».

«El Vaster lo salió a buscar. Y lo encontró».

«Cuando llegó la policía a buscarlo, no lo podía creer. Estaba sola con mi marido, después llegó él. Hablamos, le dijimos que era grave, que lo iban a ayudar, y se entregó».

«Al rato me volvieron a balacear, mire los hoyos. También tiraron tres molotov en el techo. Si no es por los carabineros, hubiera perdido todo».

«El Vaster fue. Yo sé que fue él. Él lo mató y también le disparó la otra vez. Acusan a mi marido, porque el Vaster es menor de edad y saben que no lo pueden tocar. Pero él fue… No sé qué le pasó por la cabeza».

«El problema es que al Vaster me lo discriminaron. Estuvo en la escuela Los Pensamientos, de La Granja, y en la escuela Cardenal Caro. De los dos lados lo sacaron porque tenía problemas de aprendizaje y les contestaba a los profesores. Me dijeron que lo llevara al psicólogo, pero ellos lo tenían que ayudar. Fui hasta el Ministerio de Educación, pero me dijeron que no podían hacer nada con los colegios católicos. Ellos me lo discriminaron. Perdió la escuela. Llegó hasta sexto».

«Yo tengo seis hijos más de mi primer matrimonio. Cuatro hombres y dos lolas. Lamentablemente tengo tres hijos adictos. El mayor tiene papeles del hospital, él es enfermo de la pasta base. Ellos tampoco pudieron terminar de estudiar. ¿Mis lolas? Llegaron hasta segundo medio porque fueron mamás a temprana edad».

«Yo terminé la básica completa y tengo mis papeles de antecedentes limpios. Mi marido también, porque se los limpió. Hace años delinquió, pero estuvo 12 años yendo al Patronato de Reos a firmar. Yo lo acompañé, hicimos un montón de talleres. Pero lo que él quería no era hacer talleres, él quería tener un permiso para poder trabajar como vendedor».

Bandas de la Santo Tomás: Todo empezó por un volantín

Dicen los vecinos de la Santo Tomás que la rivalidad que terminó con la muerte de El Flandes (16) a manos de El Vaster (14) es porque uno es Phillip y el otro Guarén. El conflicto entre los dos grupos nació por la disputa de un volantín en agosto de 2000. Unos niños peleaban, los grandes se unieron y Eduardo Pizarro Pizarro -padre de los 10 hermanos que integrarían la banda Los Phillip- recibió un escopetazo fatal. Dicen que el autor del disparo huyó de la población después de que «reventaron» a balazos su hogar. Indican que el papá de El Vaster lo ayudó. Por eso, el resentimiento es total.

La guerra con el menor quedó declarada en agosto de 2006, cuando El Vaster y Ricardo Phillip Pizarro perpetraron juntos un robo con intimidación. No es raro, porque Los Phillip y Los Guarenes se suelen unir para delinquir. De hecho, la semana pasada una banda de dos guarenes y dos phillips quedó en prisión por asaltar un camión repartidor.

Fue en la 41ª Comisaría de La Pintana donde se selló el distanciamiento final de 2006. Ricardo Phillip quiso hacerse pasar por menor de edad y, según él, El Vaster «lo sapeó». A sus 19 años, quería pasar a los Tribunales de Familia y, tal como El Vaster, terminar absuelto por inimputabilidad.

Aunque actualmente hay cinco supuestos miembros de cada banda en prisión -incluido Carlos Guajardo, padre de Vaster-, la población Santo Tomás no descansa.

Mientras Investigaciones trabaja un mapa de las bandas del sector, los buses de acercamiento del Transantiago siguen sin entrar, los vecinos continúan comprando a almaceneros que atienden detrás de rejas y el Liceo Profesora Aurelia Rojas -ubicado a una cuadra de la balacera fatal- sigue terminando sus clases nocturnas media hora antes y recibiendo a adolescentes que son llevados por sus padres, como medida de protección. Piden más rondas policiales por los pasajes y un policía de punto fijo a la hora del tránsito escolar. Esperan que así los niños de tercero básico dejen ocupar los recreos para jugar a matarse por ser Phillip o ser Guarén.

Fuente: El Mercurio Domingo 13 de mayo de 2007

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