Chilenos participan en una investigación a nivel mundial sobre los beneficios medioambientales de la madera en la construcción
Escrito por Marcelo Salazar Medina
Fuente: Madera 21 de Corma 12/08/20
Rodrigo Morales-Vera y Gabriel Felmer lideran un equipo que forma parte de un estudio global liderado por una fundación medioambiental internacional. ¿El objetivo? Estimar el impacto de la construcción y cómo la madera puede ser una solución a las magras cifras ambientales de esa industria. “Es decir, ¿qué pasaría con nuestro planeta si cambiáramos el 50% del concreto actual por CLT y glulam?”, pregunta uno de ellos en esta entrevista.
Un equipo de investigación chileno, que trabaja alineado con otros grupos de Estados Unidos, Asia y Europa, busca cuantificar las consecuencias de la construcción en nuestra calidad de vida. Una de las industrias más contaminantes del mundo, solo superada por la ganadería, la minería y la moda, según la ONU.
El equipo de investigación de Chile está formado por Rodrigo Morales-Vera, PhD., Universidad Católica del Maule; Gabriel Felmer, PhD., Universidad de Chile; Paula Salgado, S&G Soluciones Integrales; Rodrigo Astroza, PhD., Universidad de los Andes; Ignacio González, Elige-Madera; y Jorge Tobar, CLANN Ingenieros Civiles Limitada.
“Nosotros en particular estamos trabajando en estimar los impactos medioambientales de los procesos involucrados en el sector de la construcción”, inicia Rodrigo Morales-Vera, ingeniero en Madera y doctor en Ingeniería en Biorecursos de la Universidad de Washington, quien lidera este equipo. “Nuestro trabajo es parte de un estudio global donde también se identifiquen posibilidades de que un determinado porcentaje de la construcción, a nivel mundial, utilice la madera masiva como material para sus procesos. Es decir, ¿qué pasaría con nuestro planeta si cambiáramos el 50% del concreto actual por CLT y glulam?”.
Sigue Morales-Vera. “Evidentemente que la utilización de un material biológico como la madera, que es renovable y que dentro de su ingeniería natural está capturar CO2 como carbono y liberar oxígeno, es mucho más beneficioso en comparación al concreto. Siendo específico, un metro cúbico de madera absorbe aproximadamente una tonelada de CO2, mientras que la absorción del concreto significativamente menor, es aún discutida por la comunidad científica. Entonces es evidente el beneficio ambiental de la madera, pero también existen otras variables como el transporte, la energía utilizada o la manera de construir que también influyen en el resultado final. Es lo que estamos evaluando ahora”.
Quien coordina esta y las otras investigaciones alrededor del mundo es una organización medioambiental global cuyo objetivo es proteger la biodiversidad, la tierra y el agua, construir ciudades saludables y enfrentar el cambio climático, entre otros. La entidad dirige tres equipos en Estados Unidos, uno en Austria y otro en China, además del caso chileno que representa a Sudamérica dado el sector forestal del país y las actitudes del equipo que dirige Morales-Vera junto con Gabriel Felmer, arquitecto y doctor en Diseño Ambiental Sustentable de la Architectural Association de Londres.
Esta investigación, sigue Felmer, “busca establecer la sustentabilidad de la madera a gran escala. Ya se han hecho estudios internacionales que comparan las emisiones asociadas a cierto tipo de construcción en madera y hormigón, pero lo que no sabe todavía es hasta qué punto eso es sustentable. Esta red de trabajo nos permite conocer qué sucede en otros continentes y tener una comparación con lo que pasa acá. Por ejemplo, es cierto que el mercado estadounidense está más desarrollado que nosotros, pero no es tanto a cómo es Europa. Entonces, sus resultados son interesantes pues, si se puede decir así, tenemos mercados parecidos”.
Lo anterior no es nada fácil, considerando lo diversos que son los países que participan. Esto va desde aspectos culturales hasta en el horario para conectarse y comparar información. Ni hablar sobre los climas, algo que toma especial énfasis en su estudio ya que, como bien sabemos de nuestro país, solo en términos de aislación no es lo mismo una construcción del norte que una del sur. Es por esto que esta investigación tiene como base la zona central, donde se compararon dos edificios de cinco pisos y con las mismas condiciones de habitabilidad. ¿La diferencia entre ellos? Uno está hecho de concreto armado. El otro, de madera en CLT y vigas laminadas.
“Ya presentamos un paper con nuestro análisis de los datos preliminares a la World Conference Timber Engineering 2020 y fue aceptado. En conversaciones con la entidad coordinadora, ha surgido la idea de hacer un segundo estudio en Chile con otro caso distinto, porque son tantas las preguntas que surgieron del primero que afortunadamente podremos responderlas en otra investigación. Una vez conseguido esto, publicaremos los resultados en revistas internacionales de construcción y sustentabilidad para luego consolidar los datos obtenidos a nivel mundial y publicarlos en una revista científica de renombre. Aunque lo primero es concluir el primer estudio de septiembre”, recuerda Morales.
Las mediciones de ambos edificios se realizan bajo un “Análisis de Ciclo de Vida” (originalmente conocido como Life Cycle Assessment (LCA)), un método que evalúa impactos medioambientales de un producto o servicio durante su vida útil. Morales conoció esta herramienta durante su estadía en la Universidad de Washington y la aplica en este caso estudio desde septiembre del año pasado, cuando se inició la investigación, con el objetivo de que concluyan en septiembre del presente si el COVID-19 lo permite.
–Sin ánimo de ahondar en cifras exactas ni detalles específicos, dado que el estudio aún no está publicado, ¿qué reflexiones deja su investigación?
–Rodrigo Morales-Vera: Puedo aventurar que existen más beneficios entre la construcción de CLT y madera masiva que con el concreto, donde las emisiones se reducen en distintos porcentajes. Las desventajas que se observan con respecto a la zona central es el tema del transporte, ya que la materia prima proviene de la zona forestal, VII y VIII Región, lugares donde transportar toneladas de material no es algo menor. En cambio, en la Región Metropolitana existen plantas de producción de concreto a 30 minutos o una hora de Santiago. Eso sin duda genera impacto y obviamente sería distinto estimarlo con un caso del sur, ya que la materia prima estaría más cerca. Además de eso, estamos analizando el peso de todas las etapas para construir, porque hay análisis desde la obtención del material, el transporte de las trozas desde el bosque al aserradero, madera aserrada a la planta productora de CLT y luego su transporte a Santiago para ser construido.
–Gabriel Felmer: El aspecto que más discusión generó en los equipos internacionales fue el diseño, relativo a la alta exigencia de la normativa chilena. Esto, porque de alguna manera limita la construcción en madera a solo ciertas tipologías constructivas que son posibles bajo determinadas condiciones de diseño. Construir en altura con madera tiene limitaciones importantes y generan contradicciones en lo sustentable, ya que igual necesitan grandes cantidades de hormigón para sus fundaciones y refuerzos estructurales. En Chile, como la normativa no está actualizada y no hay conocimiento acabado sobre los temas sísmicos y madereros, lo que actualmente existe se ve sobredimensionado, pues existen limitaciones de volumen y de necesariamente no hacer algo ni muy alto ni muy ancho.
–Recopilar y utilizar datos resulta transversal para muchas industrias de nuestros tiempos. ¿Cómo ha resultado esto en su caso?
–RMV: Complejo porque en Chile la construcción en CLT ha sido incipiente. Si bien existe una cultura de reducción de huella de carbono y emisiones, no hemos recibido el feedback o respuestas necesarias para concretar esta investigación. He visto buena voluntad de cooperar, pero a la hora de las preguntas específicas se pone difícil ya que significa conocer datos como rendimientos, sistemas de producción, balances energéticos y al parecer la competencia entre compañías genera no compartir información muy específica. Afortunadamente, los procesos forestales en Chile tienen un nivel consolidado de tecnología que permite adaptar nuestra realidad con procesos ya analizados en Estados Unidos, con lo que podemos obtener datos donde tenemos vacíos.
–¿Como en qué casos?
–RMV: No tenemos registros de toda la producción de CLT en Chile. Tenemos un par de compañías donde es complejo obtener datos, como te explicaba, además de que muchas veces solo producen por temporadas. Nosotros estamos trabajando con un material prototipo que es CLT de pino radiata y hay pocos estudios relacionados con sus propiedades. Obtuvimos ensayos experimentales gracias a colegas o por nuestra cuenta, pero esos datos en Europa y Estados Unidos son de dominio público, están disponibles por transparencia.
–GF: Otra barrera para obtener datos es la no toma de conciencia en la industria, sobre todo en la relevancia de las emisiones de carbono. Casi siempre este tema se liga a lo comercial, de cómo hacer algo para que esto funcione, pero el driver como dicen los gringos no es la sustentabilidad. Siendo justos, en Estados Unidos tampoco es tan así, pero sí mucho más que acá. En Chile existe poca conciencia sobre el impacto de los materiales utilizados y de los datos que se pueden obtener de eso.
–¿Entonces pocos ven interés por algo así?
–GF: Puedo decir que hay cierta cercanía, pero creo que el problema más grande es la falta de visión a futuro. Me pasa con empresas pero lo que más me choca es que ocurra con entidades del gobierno, donde lo primero que también quieren saber son las implicancias económicas. El gobierno, que debe ser capaz de ver las implicancias en asuntos para 20 o 30 años más, se encuentra preocupado de lo inmediato.
–RMV: Una de las lecciones de la pandemia por el coronavirus es cómo dependemos de bienes extranjeros, pese a tener condiciones, materia prima y capital humano en nuestro país. Tenemos la capacidad de generar material constructivo que permita una huella amigable con el medioambiente, lo que traerá consigo mejoras en rendimientos económicos, pero nadie se atreve a dar el primer paso. A muchos sectores les interesa seguir un camino seguro de rentabilidad, pero también es importante la innovación, el beneficio cultural y social que podemos obtener de esta.