David Rodríguez: "Lo importante no es el sueño de la casa propia, sino que vivir dignamente"
Por Rita Cox F.
Fuente: Pauta 18/07/2020
El arquitecto celebra el modelo de subsidio de arriendo del proyecto de vivienda social Cerro Colorado.
A principios de mayo de este año, el alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, junto al entonces ministro de Vivienda y Urbanismo, Cristián Monckeberg, presentaron el proyecto de viviendas de integración social que se emplazará en la esquina de Cerro Colorado con Alonso de Córdova. El proyecto, que sucede al de Rotonda Atenas, comprende la construcción de cuatro torres (340 departamentos), un parque, una zona deportiva, además de zonas de servicios y estacionamientos subterráneos. Un conjunto habitacional al que se podrá postular vía subsidio de arriendo.
«Solucionar el problema social es una muy buena iniciativa, pero si queremos hablar de integración, eso es otra cosa. Aquí hablamos de un edificio que soluciona un problema habitacional para un grupo determinado de personas en Las Condes y se soluciona en Las Condes», dice David Rodríguez, arquitecto y presidente del Grupo Nodo Arq Thinking, oficina que desarrolla procesos de ideación y planificación con el fin de encontrar soluciones frente a problemas a los que pueda verse enfrentado un proyecto inmobiliario en diálogo con la comunidad.
Entrevistado en Plaza Pauta, de Radio PAUTA, Rodríguez celebró el proyecto liderado por el alcalde Lavín, pero señala que respecto de «la escala urbana propiamente, que no se puede hablar de integración social si hay 23 comunas que en 2018 comenzaron a disminuir su densidad habitacional a través de sus planos reguladores y eso lo que hace es que se desplace a la gente hacia la periferia. Y Las Condes tiene una densidad baja. Estamos hablando, en promedio, de que la unidad habitacional, para que sea rentable, debe tener al menos 100 metros cuadrados, lo que hace imposible que haya vivienda social. Por lo que esta es una buena iniciativa, pero puntual».
Rodríguez añade que «desde el punto de vista de barrio, cada vez que se hace un edificio, cualquiera, este se enfrenta a una comunidad existente y siempre existe la relación entre los forasteros y los de siempre. Eso es inevitable». Y cita el ejemplo de la Unidad Vecinal Diego Portales.
«Es muy famosa arquitectónicamente hablando, a todos los arquitectos nos fascina, pero socialmente –aunque se está mejorando un poco– no ha sido sostenible en el tiempo. Era de un grupo bastante homogéneo, un grupo de la Caja de Empleados Particulares, que se hicieron este edificio con arquitectura modernista y áreas verdes, y mientras se mantuvo la propiedad, hasta el año 80, se mantuvo muy bien. Luego, cuando se traspasa, y que los mismos propietarios empiezan a pagar los gastos comunes y a generar administración, comienza a deteriorarse y empiezan a cambiar los grupos internos que habitan ahí y existe un nuevo grupo: están los de siempre y los forasteros. Y cuesta mucho que dos grupos así se sincronicen y trabajen juntos si no hay políticas de integración. Lo que quiero decir es que hay ciertos modelos de gobernanza de estos edificios que es necesario tomar en cuenta».
«El diseño de gobernanza social no fue capaz de producir esa adaptabilidad interna porque no contemplaba incorporar nuevos usuarios, nuevos negocios, ser más flexible, y que la administración hubiese sido con subsidios de arriendo», dice Rodríguez, a la vez que valora que Cerro Colorado sí se gestione a través de ese modelo.
Capitalización para mantención
«En Chile te crean la necesidad de que tienes que ser propietario, que al final en mucha gente se transforma en una esclavitud, porque lo importante no es el ‘sueño de la casa propia’, sino que vivir dignamente. Y que no te dejen amarrado porque no puedes vender ni arrendar. El subsidio de arriendo permite movilidad y flexibilidad. Permite que la municipalidad siga siendo dueña del edificio y que a largo plazo lo pueda modificar, adaptar a nuevas necesidades».
Otra oportunidad que Rodríguez identifica del proyecto Cerro Colorado es el de los servicios que contempla, ya que «la mantención del edificio es clave. Entonces, rescatando el término ‘urbanismo asociativo’, estos edificios deben contemplar negocios que satisfagan las necesidades del entorno para que se capitalicen en el mismo edificio, ya se trate de vivienda social o un DFL2. Deben siempre satisfacer necesidades del entorno o no van a ser bienvenidos, especialmente hoy es mucho más difícil la integración por las complejidades de hacer comunidad».
«La integración deben hacerla los municipios antes con la gente en actividades, en desarrollo, en propuestas, para que se vayan conociendo y haya vínculos y para que cuando me instalen el edificio al lado, me dé lo mismo quién viva ahí, porque me genera un beneficio que es bienvenido».