Iván Poduje: "A la clase política le interesa muy poco la ciudad"
Por Constanza López
Fuente: Pauta 09/06/2020
El urbanista habla de la relación entre hacinamiento y Covid, dónde están los próximos focos y de las medidas urgentes para el Santiago pospandemia.
El hacinamiento y la falta de viviendas y la segregación territorial son los grandes males de la ciudad de Santiago. No son nuevos. Tampoco desconocidos, pero han tomado particular visibilidad –y también sentido de urgencia—a raíz del Covid-19, que ha obligado a millones de chilenos a quedarse en la casa, elevando aun más las tasas de hacinamiento.
En la consultora Atisba, de la que Iván Poduje es socio, han hecho tres estudios en busca de entender cómo se desplaza territorialmente «el bicho», como lo llama él. El primero fue un análisis de casos en Nueva York y Madrid. El segundo consistió en comparar las cifras que entrega el Minsal a nivel de comunas para detectar si había patrones, de modo de analizar también cómo se mueve el virus en la ciudad.
El tercero, conocido ayer (lunes 8 de junio) fue un paso más allá, intentando conocer qué ocurre en los barrios dentro de las comunas.
Entonces, ya no se trata solo de comunas vulnerables y con los índices más altos de contagios cada 100 mil habitantes –como La Granja, San Ramón, La Pintana–, sino que este estudio identificó que hay 30 barrios con problemas o en riesgo, en comunas que no necesariamente tienen los más altos índices de Covid.
«¿Por qué es importante esto? Porque hay comunas que son tan grandes, que tienen realidades muy distintas, como Puente Alto, por ejemplo, que tiene sectores acomodados, clase media y un sector muy, muy segregado, Bajos de Mena», explica Poduje.
Otros casos que dejó ver este estudio: San Luis en Maipú; la población Parinacota en Quilicura; Los Morros en El Bosque y San Bernardo; o Santo Tomás y El Castillo en La Pintana
«Si lo estudias por comuna, no lo ves, por eso era necesario dividir las comunas», añade.
«Lo que también es muy importante es el patrón que vimos. Este bicho lo trae un turista al sector oriente de la capital; se mueve a la zona centro, se dispara en Recoleta e Independencia. Luego se mueve al suroriente, aparecen La Florida y Puente Alto, por gente que sale a trabajar al oriente y vuelve a sus casas. Se dispara luego en el sur, que es lo que está ocurriendo hoy día en La Granja, San Joaquín, Peñalolén, con índices muy altos, y lo que nosotros pensamos que va a pasar ahora es que se va a mover hacia el poniente: Pudahuel, Maipú y también hacia Quilicura», anticipa el urbanista.
Las medidas urgentes
De lo que no cabe duda es de que hay una relación muy directa entre hacinamiento, entendido como densidad con pobreza, y contagio. Explica Iván Poduje: «Nosotros tenemos en el centro, por ejemplo, un hacinamiento por inmigración o arriendo informal (Recoleta, Independencia y una buena parte de la comuna de Santiago) y luego está el hacinamiento más permanente, que es el de allegados y que son las familias más vulnerables. Ahí están La Granja, Lo Espejo, La Pintana y sectores específicos de San Bernardo y Puente Alto que tienen mucha vivienda social en bloque, cinco pisos con casas de 40-50 metros, donde hay dos hogares por vivienda».
Poduje está de acuerdo en que la medida más inmediata que puede tomarse respecto de este problema es la que propuso la semana pasada el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU), del que él es consejero: el arriendo temporal. Esto es, activar subsidios de arriendo al corto plazo para bajar el hacinamiento en los focos críticos. Dice que este subsidio existe hoy en el Minvu, pero que se usa muy poco.
«La ciudad de Santiago tiene un promedio de 70 habitantes por manzana, que es una hectárea» añade. «Los sectores que nosotros vemos con problemas tienen 200 habitantes por manzana y hasta 400. Entonces, ahí no hay más opción que bajar el hacinamiento».
Para el arquitecto, las estrategias efectivas están compuestas de un conjunto de acciones. «El primer error que cometimos, y que fue un error del Colegio Médico básicamente, fue traducir todo esto a un tema de lockdown o cierre de la ciudad o cuarentena total».
Otra medida, señala, es reducir las aglomeraciones en ciertos sectores informales, como las ferias. «Eso es urgente».
-El hacinamiento y la segregación son males de Santiago que se conocen hace décadas. ¿Cuáles debieran ser las medidas definitivas, a mediano y largo plazo?
«Voy a ir a lo central. Para reducir el hacinamiento hay que construir viviendas y recuperar y ampliar otras. No hay dos opciones. Es lo que se ha hecho en todas pandemias del mundo».
La segunda medida, a su juicio, tiene que ver con los lugares de esparcimiento. «Lo que hemos visto, lamentablemente, es que la gente además de estar hacinada en La Granja, en La Pintana, en El Bosque o en barrios de Quilicura, tiene espacios públicos en muy mal estado. Por tanto, su calidad de vida, el aire libre –la demanda por esparcimiento va a venir muy fuerte ahora– requiere una inversión muy grande. Ya no tanto en parques, sino en plazas, en áreas deportivas. Tenemos ubicadas más de 500 canchas deportivas en Santiago, de tierra o de cemento».
Y la tercera medida, que es la que él considera más difícil, es el transporte. «Va a costar llevar de vuelta a la gente al metro y a las micros, por lo tanto, lo que va a pasar es que va a aumentar el uso del auto y de medios alternativos, como las bicicletas, caminar, etcétera».
Iván Poduje también apunta al cruce que se da entre hacinamiento, delincuencia y narcotráfico. «Las comunas donde hay más problemas de narcotráfico son las comunas más pobres, que son las de la zona sur, y que son las que tienen más contagios. No es que porque haya más narcotráfico hay más contagio, pero indudablemente que son factores que se vinculan. ¿Y por qué se vinculan? Porque el narcotráfico ha ido extendiendo su territorio de operaciones en las comunas del sur, y esto se amplió con el estallido. Fue muy fuerte cómo estos tipos movieron sus fronteras. De hecho, buena parte de las acciones que vimos durante la cuarentena tuvieron que ver con narcotráfico».
Para él, independiente del desafío que el narcotráfico impone a las políticas públicas, el principal problema es que se ha tomado los espacios comunes, lo que los ha hecho muy inseguros para los niños. «Este es un drama gigantesco y diría que es una de las tres grandes prioridades que tenemos como ciudad y que trasciende a la pandemia como problema». Un shock de viviendas
-Una densificación equilibrada es el gran desafío pendiente que tenemos como ciudad. ¿Cómo caminamos hacia allá? ¿Qué se requiere?
«Para hacerlo en simple. El déficit de Santiago son 150 mil viviendas sobre un stock total de 2 millones. A nivel país, con apoyo estatal, estamos produciendo del orden de 50 mil cada año y tenemos que subir a 75 mil para poder cubrir ese déficit. ¿Cómo se hace para no llevar a la gente de la periferia y para no reventar en altura? Se hace con guías de diseño, con buenas inmobiliarias, y ocupando los terrenos fiscales. El Estado tiene una gran cantidad de terrenos abandonados, en algunos casos botados, que hay que urbanizar en un plan agresivo que signifique en que 5 o 7 años lleguemos a aumentar a un ritmo de 10 mil viviendas adicionales por año, para lograr un shock de viviendas. Que fue lo que se hizo después de todas las pandemias en Chile, lo que pasa es que antes se entregaban sitios con una casita sanitaria. Ahora tenemos que entregar viviendas. Ese el volumen del desafío».
Iván Poduje propone que dado el aumento del precio de la tierra, se usen las 1.000 hectáreas que tiene el Estado, donde en una densidad equilibrada podrían caber entre 15 y 17 mil viviendas combinadas con parques. «Este total incluye terrenos de las Fuerzas Armadas, algunos muy bien ubicados, que hoy son terrenos eriazos. En El Bosque, una comuna que tuvo un patrón de contagios muy agresivo, tienes 40 hectáreas, donde podrían caber 4 mil viviendas en terrenos que hoy la Fuerza Aérea tiene botados, al lado de la base aérea. Ahí, claro, las instituciones tienden a proteger su patrimonio; lo mismo que Ferrocarriles, por ejemplo».
-¿De quién o de quiénes dependen estas decisiones de fondo, estratégicas? Hace unas semanas, aquí en Plaza Pauta, el arquitecto colombiano Camilo Restrepo, a propósito del proceso de Medellín, decía que sin política no hay arquitectura ni urbanismo posible.
«Son decisiones ciento por ciento políticas. Ahora, hay burocracia, una burocracia muy enervante porque cada institución pública quiere defender su patrimonio. Las Fuerzas Armadas tienen leyes que lo protegen. Y lo que hay que hacer ahí es darle prioridad política, pero vemos que los parlamentarios y los políticos, la mayor cantidad de las veces no le dan la prioridad que esto tiene; no hay proyectos de ley para ayudar en esto, entonces, cuesta. Pero es cien por ciento político».
-¿Tomar una decisión a gran escala, como una construcción masiva de viviendas sociales en terrenos públicos, requiere de reformas legales?
«Requiere de recursos. Porque cuando usas terrenos fiscales te puedes ahorrar entre un 30 y 40% del costo. Entonces, lo que puedes hacer con eso es que los subsidios que tú tienes que entregar, porque el Minvu entrega subsidios todos los años, podrían aumentar porque se está ahorrando ese costo. Esto no requiere proyectos de ley, requiere prioridad política y, en algunos casos, decretos para que ciertas reparticiones públicas que tienen alguna traba legal, eso se pueda liberar. En el caso de las FF. AA. es más complicado. Pero en el caso de Ferrocarriles, por ejemplo, si el presidente del directorio no quiere entregar terrenos, uno debiera removerlo, si es de confianza del Presidente de la República. Y ahí Restrepo tiene razón, se requiere prioridad política».
Poduje sostiene que a los alcaldes sí les interesa la ciudad y cree que por eso están bien evaluados. «Y se mueven como locos para resolver eso con muy poca plata. Pero los parlamentarios no le dan casi ninguna prioridad, a la clase política le interesa muy poco la ciudad. La mayoría no entiende que para la gente, la gente real, que el paradero esté malo, que el barrio sea inseguro, que la micro no pase, que no haya áreas verdes son temas que los afectan en el día a día, en su calidad de vida directa».
-¿Y qué ocurre del otro lado? ¿Qué pasa que los arquitectos y los urbanistas no son escuchados?
«Depende. Mira, lo más fácil acá es decir que los políticos son todos unos insensibles. Ahora, y esto me lo dijo a mí un alto personero político, si tú juntas a 10 arquitectos y cada uno tiene una idea distinta y cada uno quiere pelear porque su firma esté en la idea… es una mezcla de artistas con actores, son puras estrellas. Todos quieren ser el más lindo, entonces los políticos tampoco quieren estar con ellos. Bueno, si tú te sacas de la cabeza los derechos de autor y haces propuestas factibles y empujas, te escuchan. A mí me ha funcionado; he trabajado con dos presidentes y me ha funcionado. Y Alejandro Aravena es el mejor ejemplo. La crítica como artística hay que dejarla afuera y hay que alinear el discurso con las prioridades que tiene la gente».
– ¿Cuál es la mejor gobernanza para Santiago a tu juicio?
«¿Tú quieres la respuesta políticamente correcta o la real? La políticamente correcta: necesitamos tener un alcalde mayor que tenga amplias facultades para planificar la ciudad, el territorio, la infraestructura y el uso del suelo».
E inmediatamente agrega:
«Necesitamos un presidente al que le preocupe la ciudad. Como no vamos a tener nunca un alcalde mayor, yo creo, y el gobernador que vamos a tener va a ser de juguete, porque no tiene ni atribuciones ni plata, por lo tanto, la única opción es que un ministro con alcaldes buenos, de comunas importantes, hagan la pega. Ese es el mejor sistema de gobernanza que podemos tener, porque lo otro es una ilusión. Llevamos 20 años discutiendo lo del alcalde mayor y es una falta de respeto con la gente seguir en eso. ¿A quién le interesa el alcalde mayor? A Claudio Orrego, que quiere ser gobernador. Pero si llega a ser electo, él o cualquiera, va a tener que estar en los matinales nomás, porque no va a tener ni plata ni atribuciones».