Los costos de ser vecinos de un basural
Fuente: El Mercurio Domingo 3 de agosto de 2008
Las propiedades más próximas a estos focos pueden bajar su valor comercial hasta en 30%. Pero además, el barrio se ve afectado, alejando las nuevas inversiones inmobiliarias y urbanas.
por Oriana Olivos Marín
Vivir cerca de un basural, cualquiera sea su tamaño, indudablemente les resta valor a la propiedad y al barrio donde se emplaza. En la Región Metropolitana se han catastrado cerca de 70 vertederos clandestinos en diversas comunas, de los cuales un porcentaje significativo se ubica al medio de asentamientos urbanos.
Según el arquitecto perito tasador Orio Martín, una vivienda puede sufrir una merma en su valor comercial de hasta el 30% respecto de una similar ubicada en otro sector que no tenga este problema.
Los vecinos de la población Santa Clara, Cerro Navia, temen correr esta suerte. Por eso han parado camiones que dejan sus desechos en sitios eriazos que colindan con las casas. «Las autoridades nos han prometido un parque pero mientras tanto siguen depositando más y más basura», dice Gloria Salina, una de las dirigentes.
MÁS QUE LA CASA
Comenta Orio Martín que alguien que busca una propiedad y se encuentra un basural al lado, en forma inmediata pierde el interés por comprar. «Ahí se advierte un daño directo asociado a la estética, a la insalubridad y a la inseguridad. Muchas veces la basura es síntoma de males sociales; le dice al comprador que el barrio es malo, que los vecinos no están organizados para buscar soluciones».
No sólo las propiedades se devalúan, sino también el barrio y hasta las comunas. «No existe interés de los inversionistas por generar proyectos ya que la percepción de los posibles compradores de viviendas sobre esos sectores no es buena», agrega.
También hay microbasurales en comunas cuyo suelo es más caro. Por ejemplo, en bordes del Parque Intercomunal La Reina, en sitios eriazos de Vitacura, Lo Barnechea y La Florida. En esta última comuna, existen puntos negros en los bordes del Zanjón de La Aguada. Por ejemplo, justo al lado de un nuevo consultorio y escuela del Paradero 10 de avenida La Florida. «Más o menos es media cuadra de basura compuesta por escombros, cachureos e, incluso, desperdicios de la feria», cuenta Olga Benavides, vecina de Los Copihues, principal villa afectada.
Dice que las propiedades han bajado su valor comercial. «Por ejemplo, aquellas que están cerca de este lugar se venden en casi el 40% menos de su precio en relación con las que están más lejos. Y son exactamente iguales».
FALTA FISCALIZAR
Pedro Saitz, consejero miembro de Corema, enfatiza que las autoridades han tenido mano blanda con la basura. «No se han preocupado por fiscalizar estos sitios, formándose así una verdadera cadena de irresponsabilidades, estructurada por el vecino, el municipio, los dueños de los predios y las autoridades sanitarias.
«Creo que erradicar los microbasurales no representa aún una prioridad, ya sea por falta de recursos para fiscalizar o porque no está en la agenda política. Además, detrás hay un verdadero negocio ilegal de la basura que es complicado frenar, donde participan las personas que pagan más barato por botar residuos, el dueño de triciclo que los retira y las empresas que ilegalmente depositan escombros, entre otros».
Agrega que, por lo general, la basura es vertida en sitios eriazos que son de propiedad pública o privada.
Por ejemplo, el Serviu Metropolitano cuenta con cerca de 4 mil propiedades. Y muchas de ellas -comenta Andrés Silva, director del organismo- están expuestas a este problema. «Hacemos lo posible por mantenerlas limpias. Sin embargo, no podemos solos. Se requiere más fiscalización de las autoridades locales. La municipalidad debe gestionar para que la gente bote la basura donde corresponde».
Por su parte, Patricio Muñoz, presidente de la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios, dice que los dueños de terrenos aún vacíos hacen todo por mantenerlos limpios. «La ley así lo determina. Y nosotros cumplimos. Pero nos vemos afectados, sobre todo porque la construcción informal, que se dedica a las ampliaciones, deposita sus escombros».
Le sale más barato que llevarlos a vertederos legales. Lo malo es que la autoridad, en vez de ser más dura con estas personas, nos castiga con multas a quienes sí hacemos lo posible para evitar estos focos de contaminación. Este problema se aprecia más en la propiedad pública, porque hay menos vigilancia que en los terrenos de particulares».
Para terminar con este endémico mal, Saitz propone expropiar aquellos terrenos que por años han sido grandes basurales, y que están ahora abandonados. «La idea es que esta actividad se legalice. Sólo así se puede controlar sanitaria y ambientalmente este problema».
CONDICIONES IDEALES
Los basurales no nacen solos. Deben existir ciertas condiciones, como sitios eriazos no controlados; falta de fiscalización; despreocupación de los dueños del lugar, y la ausencia de estrategias para que la gente pueda tirar su basura en lugares autorizados», enfatiza Pedro Saitz.