Estamos inmersos en un proceso de desarrollo donde la creación de espacios públicos para las viviendas sociales va a ser una exigencia

Entrevista a Alberto Montealegre, Presidente del Colegio de Arquitectos de Chile publicada en la Revista EMBConstrucción

En mayo pasado Alberto Montealegre fue elegido Presidente del Colegio de Arquitectos de Chile, un reconocimiento a su extensa trayectoria, donde destaca hace más de 35 años como académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, Presidente de la Comisión de Evaluación Académica de la misma Facultad, miembro del Comité Organizador de varias Bienales de Arquitectura y fundador de la Asociación de Oficinas de Arquitectura (AOA). Una carrera donde su principal preocupación ha sido el rol social del arquitecto en la calidad de vida de las personas.
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¿Cuál es el actual nivel de la arquitectura en Chile?
Hay que analizar el tema desde dos ángulos diferentes, primero, la arquitectura en Chile como promedio está en un nivel internacional óptimo y los profesionales locales son reconocidos en publicaciones especializadas. No se trata de un sello chileno particular, sino más bien de una corriente mundial en la que, salvo casos muy específicos, no se reconocen características locales. En este sentido, la arquitectura nacional está inmersa en este modelo, en un muy buen nivel, con exponentes nacionales que participan en importantes proyectos en Dubai y que aparecen en publicaciones en Corea o España. Bajo ese punto de vista, estamos hablando de una arquitectura local inserta en el ámbito internacional, lo que nos pone en un muy buen nivel; sin embargo, en el otro ángulo tenemos el tema de las escuelas de arquitectura y su proliferación exagerada, con cerca de 44 unidades. Se trata de una situación que se arrastra desde los años 80-90, pero que afortunadamente está empezando a cambiar porque los postulantes se están dando cuenta que no hay campo suficiente para absorber a todos estos profesionales y están bajando su interés por la carrera.

¿El problema de la proliferación de escuelas de arquitectura radica sólo en el número o también en la calidad de la formación?
A nivel de academia, tenemos en Chile un sistema nacional de acreditación, la Comisión Nacional de Acreditación de Pregrado (CNAP), que evalúa la calidad de la educación por pares evaluadores, tras lo cual las universidades reciben una certificación para funcionar que alcanza plazos máximos de seis años, por lo que los planteles acreditados brindan una formación satisfactoria. En la actualidad, este instrumento está siendo reemplazado por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), que le permitirá al alumno conocer el desempeño académico de la casa de estudios a la que quiere postular. Lo que quiero decir con esto es que sin duda hay diferencias en la calidad académica de las distintas instituciones, sin embargo, existen herramientas confiables para determinarla.

La información está al alcance de los postulantes y depende de ellos confirmar y asegurarse de que van a recibir una buena preparación, acorde con las necesidades del campo laboral.

En general, la enseñanza de la arquitectura, pese a algunas falencias puntuales, es buena de acuerdo a los criterios dominantes hoy en día, sin embargo, como profesor por más de 35 años de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile, mi convicción es que hay que hacer cambios importantes en la enseñanza de la arquitectura.

¿Cuáles son estos cambios?
Estamos inmersos en un paradigma sobre qué es un arquitecto; éste lo considera en su desempeño como creador de formas, un diseñador de edificios, casi como un artista, olvidando que tiene una especificidad profesional y que lo fundamental es su espíritu creador. En este sentido, el arquitecto cuenta con la formación para desarrollarse en distintos campos, como por ejemplo la construcción, donde demuestra un gran sentido por el detalle. Junto con esto, su presencia debería ser fundamental en el desarrollo de la ciudad, sin embargo, hoy día el crecimiento de las urbes está en manos de ingenieros viales, descuidando su imagen estética, que surge como resultado de las ordenanzas más que como un fin. Hoy día los espacios públicos son muchas veces el remanente de la especulación inmobiliaria y no hay una imagen urbana, entonces, la presencia del arquitecto en la ciudad se hace urgente.

Después, tenemos arquitectos que se desempeñan como gestores inmobiliarios, que estudian terrenos y alternativas de negocio; o arquitectos que trabajan en provincia, con muchísimas posibilidades de progreso, donde su experiencia ayuda a ver problemas en forma global, participando como verdaderos gestores de desarrollo.

Lo que pasa entonces es que estamos un poco encandilados por la presencia de esta arquitectura exitosa, asociada a la calle Isidora Goyenechea, que no permite ver otros ámbitos. De esta forma, la educación debería estar enfocada al arquitecto como gestor de desarrollo a lo largo de todo Chile, con una mirada más amplia de lo que puede ser su labor.

Usted ha hablado del rol social de los arquitectos ¿a qué se refiere con esto?
A que el arquitecto debe romper con este paradigma de sólo diseñador de grandes proyectos, con muchos recursos, y desarrollar mejor su papel en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas, el desarrollo armónico de la ciudad y la creación de espacios públicos.

Por ejemplo, a través del Colegio tenemos un Servicio de Asistencia Técnica (SAT) que atiende fundamentalmente a los propietarios de viviendas sociales, donde en los últimos dos años hemos atendido más de 2 mil casos sólo en Santiago y más de 600 en Concepción. Se trata de una actividad muy importante que puede ser una etapa en la formación de los arquitectos jóvenes, que les permita todo un aprendizaje que es necesario obtener. En el mismo Colegio, tenemos un Comité dedicado exclusivamente al análisis de la vivienda social.

¿Cómo observan el desarrollo de la vivienda social en Chile desde este Comité?
Estamos haciendo un seguimiento de las políticas públicas, tratando de influir en ellas. Tenemos nexos con los ministerios y generalmente somos consultados, por lo que este Comité de Vivienda Social ha sido muy importante. A nivel de avance, hemos constatado que este Gobierno ha activado un par de subsidios que me parecen muy interesantes, asociados a regularizar las construcciones informales y a mejorar o ampliar los prototipos básicos que entrega el SERVIU. Así, desde el Estado se está buscando mejorar lo que hasta ahora se había hecho.

¿Cómo se inserta la vivienda social en los llamados espacios públicos?
Uno critica la vivienda social y evidentemente hay que hacerlo porque es necesario mejorarla, pero no hay que olvidar que históricamente el criterio ha sido solucionar el problema masivo, por eso se han hecho estas poblaciones que muchas veces se convierten en verdaderos ghettos y que confío que en una etapa de desarrollo futuro van a ir siendo reemplazadas. Lo que quiero decir es que se trató de una etapa donde era urgente responder con números, pero que ahora es tiempo de superar para incorporar a las viviendas sociales aspectos como mejores espacios públicos y calidad de la construcción. A veces uno es demasiado crítico, pero veo posibilidades y un proceso de desarrollo que va a ir imponiendo estas exigencias, en la medida en que se superen las necesidades más elementales y se mejoren los estándares.

Fuente: EMB Construcción Nº70, noviembre de 2007

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