Entrevista: “Tenemos que evitar ese crecimiento en expansión»
Por Hernán Espinoza Jara
Fuente: Diario Talca 31/05/2022
Rodrigo Hernández, nuevo seremi de Vivienda y Urbanismo, detalló sus definiciones estratégicas para el desarrollo del sector inmobiliario y reveló su visión de cómo afrontar la crisis de movilidad que enfrentan ciudades como Talca
Rodrigo Hernández Fernández (33 años) es abogado egresado de la Universidad de Talca. Fue director regional y director del área jurídica nacional de la Fundación Urbanismo Social y profesor de derecho urbanístico en el diplomado del mismo nombre en la Universidad de Talca. Participó en las discusiones de tramitaciones de las leyes de Copropiedad Inmobiliaria e Integración Social en la Comisión de Vivienda del Senado y en el grupo de trabajo sobre Vivienda, Urbanismo y Constitución del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU).
¿Cuál es su visión frente a la expansión urbana de ciudades como Talca que, a la vez, mantiene su casco histórico con bajos índices de ocupación que se traducen en sitios eriazos?
“Primero, decir que esto no es algo nuevo para nosotros. Es clave entender que, cuando uno entra a trabajar como seremi de Vivienda y Urbanismo no es como en cualquier cartera de Gobierno, porque somos probablemente la segunda más grande en el manejo de inversiones en la región. Y, en mi caso personal, es algo que venía trabajando desde antes de llegar a este cargo. Yo vengo de la sociedad civil, donde me tocó estudiar problemas de planificación urbana, Y lo que pasa con Talca y con las 30 comunas de la región es que, cuando no vamos planificando bien lo que vamos a hacer, las ciudades tienden a desbordarse. El crecimiento en expansión tampoco es muy orgánico, por as decirlo”.
¿Qué caso a nivel regional es el más emblemático?
“El ejemplo de Talca es el más paradigmático, pero pasa en todas las ciudades. Siempre se habla de la conurbación entre Talca y Maule, pero en rigor es un desborde de Talca hacia Maule, porque una conurbación es una planificación, con una organización previa de ese ‘choque’ de dos ciudades. Aquí no es que Maule haya crecido en expansión, es que Talca creció y se metió con Maule”.
¿Ha hablado este tema con los alcaldes?
“Efectivamente. En estos primeros dos meses, de los 20 alcaldes con los que hemos conversado, todos plantean la misma situación, es decir, que no quieren que las ciudades sigan comiéndose suelo agrícola y que quieren crecer hacia el centro. Y es la clásica dicotomía urbanística entre el crecimiento en expansión y la densificación en los cascos históricos o centros urbanos”.
¿Cuál es la clave para resolver ese conflicto?
“Lo importante es que esa densificación no sea descontrolada, sino que equilibrada. Es decir, no sobre colapsar las redes viales o capacidades en el centro de las ciudades, para poder salir del paso de esta clase de problemas. En el caso de Talca, las congestiones viales extremas que hemos visto no se solucionan simplemente construyendo al interior del casco histórico. Hay que tener en claro cuál es la planificación”.
¿Cuál es el riesgo que se corre?
“Pasa que, si solamente nos dedicamos a construir o a bailar sobre la música que nos pone el desarrollo inmobiliario tradicional, tampoco es sano para las ciudades. Tenemos que poner ciertas reglas para asegurarnos que los polos de desarrollo que están medios dispersos y que explican que la gente no viva en el centro, puedan asimilarse al casco histórico de manera organizada. Todo esto, para asegurarse que los usos están bien definidos dentro de la misma ciudad. Y es el desafío, no solamente aumentar la densidad”.
¿Qué ocurre a nivel regional?
“De las 30 comunas de la región, yo diría que hay 11 que están en una situación muy crítica respecto de su instrumento de planificación territorial, esto es, del Plan Regulador Comunal (PRC) o de otra clase de instrumento que permitan planificar el resto de las ciudades. De hecho, nosotros ya enviamos una planificación para solicitar los avances de estudios de modificación de los PRC a nivel central. Y lo que nos falte lo vamos a planificar con ayuda del Gobierno Regional u otros fondos sectoriales”.
¿Y cómo se generan los cambios o actualizaciones de los PRC?
“Habitualmente las municipalidades tienen que levantar la información y nosotros financiarlos. Pero, en la práctica, hay pocas municipalidades con capacidad técnica y personal para abordar los desafíos en materia de planificación urbana. Por lo tanto, en la práctica, terminamos siendo nosotros quienes terminamos empujando esos procesos. Y eso es lo complejo porque nos demoramos mucho más. Pero es clave definir esos PRC porque los gobiernos locales tienen que empezar a pensar respecto de qué es lo que quieren que pase a cinco, diez o quince años más, para resolver todos los problemas de una vez y no estar parchando de a uno. Y en ese proceso, nos importan relevar la importancia de la planificación ciudadana”.
¿Qué herramientas existen para afrontar ese diagnóstico de que Talca se desbordó?
“Lo primero es que tenemos que trabajar con el desbordado y con el que recibe el desborde, porque también Maule tiene un problema serio, ya que es la comuna que más creció en Chile en los últimos cuatro años, llegando a 60 mil habitantes. Y eso es densidad urbana que se desborda desde Talca. Eso implica, primero, hacernos cargo de la realidad, porque Maule tiene dos núcleos separados entre sí que debemos unificar o colaborar para ello, sobre todo, con el Gobierno local. Y en el caso de Talca, debemos generar nuevos polos de desarrollo urbano con mayor cercanía con las personas”.
¿Eso en qué se traduce?
“La idea es ir generando el desarrollo en base a planes estratégicos. Y allí yo creo que más que inventar la rueda, tenemos que pensar fuera de la caja urbanística. Tenemos los planes de desarrollo comunal y el plan estratégico de desarrollo regional que está en proceso de elaboración actualmente. Desde allí podemos sacar ciertos insumos para poder incorporarlos a esta matriz de trabajo con las 30 comunas. La premisa es que tenemos que evitar ese crecimiento en expansión y densificar equilibradamente dentro de los cascos históricos o los centros urbanos”.
¿Allí topan con el costo de acceso al suelo?
“Sin duda que el acceso al suelo es el gran tema. Allí la clave es empatizar. Nosotros somos un Gobierno que tiene cierta sensibilidad respecto de temas ciudadanos, territoriales y territoriales. Y también tenemos que hacernos cargo de las inseguridades o los temores que vienen del sector privado. Porque lo cierto es que dada la magnitud del problema del déficit habitacional que estamos enfrentando, no lo vamos a hacer solos. Entonces, tenemos que hacerlo en conjunto con las empresas que tienen la capacidad de impulsar el desarrollo.
Hemos tenido conversaciones y vamos a incorporar a nuestra agenda una mesa de nudos críticos, para trabajar problemas urbanos junto con ellos. Y vamos a integrar a la Cámara Chilena de la Construcción a nivel regional en el Consejo Regional de Desarrollo Urbano, que no existe en el Maule, aunque sí a nivel nacional. Allí se impulsa la política de desarrollo urbano y hay varias regiones que lo tienen funcionando. Pero el Maule no es una de ellas y tampoco estaba en agenda.
La gracia de esa instancia es que nos permite trabajar integrando a todos los actores -porque lo típico es fragmentar al Estado en cada servicio público- ya que la gente se pregunta, al final del día, si es que estamos resolviendo los problemas. El consejo nos facilita esa tarea porque allí deben estar los servicios que intervienen en la planificación urbana, los gremios, los centros de estudio, las universidades, el Gobierno Regional y la sociedad civil, con nosotros como secretaría ejecutiva”.
¿Y cómo se relaciona esta especie de “cumbre urbanística” con el problema del acceso al suelo?
“Ocurre que la planificación que salga de ese consejo nos ayuda a incorporar el Banco de Suelo Público. Cuando uno levanta el paño y ve todos los territorios, se hace preguntas. Y el problema, a mi juicio, es que en el pasado no se han tomado decisiones inteligentes respecto a la planificación urbana, porque con este catálogo, podemos hacer una especie de ‘operación rastrillo’. Esto es, conocer cuáles son los terrenos que tiene el Estado disponible para construir soluciones habitacionales y, luego, pasar a las facultades que nos otorga la ley y que tampoco hemos usado tanto en el último periodo y que son las glosas presupuestarias para la compra de terrenos privados para desarrollar proyectos de interés público. Esa es una facultad exclusiva del Ministerio de Vivienda y que tenemos que impulsar con fuerza, pero en forma estratégica”.
¿Dónde podría comprar el Estado?
“No sacamos nada con gastarnos esa plata para comprar terrenos en zonas periféricas, cuando es una facultad que deberíamos utilizar para comprar suelo en zonas centrales y resolver el problema de esta desocupación del casco histórico dentro de las ciudades”.
¿Esa ya es una política resuelta?
“Viene dada por un insumo que nos entrega la nueva ley de integración social urbana que nos entrega mayores facultades a los secretarios regionales ministeriales para solicitar esa información a los servicios sectoriales que tengan disponibilidad de suelos, para priorizarlos. Tenemos que ponernos creativos desde lo local, porque no podemos espera que todas las soluciones vengan desde el nivel central”.
¿El camino es entonces retomar la integración?
“La idea es retomar la senda de los fondos solidarios de elección de vivienda que nos permite resolver con mayor masividad el problema habitacional, sobre todo, en cuanto a proyectos colectivos. Y sumar la integración urbana que nos permite desarrollar proyectos de uso mixto, esto es, familias de sectores vulnerables con otras de sectores medios, además, en proyectos de gran calidad técnica y con oferta comercial integrada. Eso es algo que nos va a permitir destrabar lo que ocurre con el casco histórico de Talca, para densificar la zona del centro”.
¿Y cómo afrontar la centralización de estas inversiones?
“Es correcto que tenemos una inversión pública que siempre estuvo desigual, muy centralizada a nivel nacional y regional. Es decir, debemos responder a las comunas que van replicando estos fenómenos y que son zonas de rezago. Por ejemplo, en Rauco hace 16 años que no tiene proyectos de subsidios. Es decir, estuvimos mucho tiempo ajenos a la planificación urbana y hoy tenemos que meternos mucho más en esta operación. La fórmula va a ser realizar llamados más específicos para aquellas provincias o zonas de rezago que no han recibido ayuda del Estado”.
¿Qué ocurre con el tema del financiamiento?
“Hemos sacado instrumentos nuevos para buscar el refinanciamiento, que es el otro problema asociado al déficit habitacional, es decir, el costo de estos nuevos proyectos solo ha tendido al alza descontrolada por procesos inflacionarios. Lo que nos ha pedido el ministro, Carlos Montes, es que siempre hablemos de esto tal y como es. Es decir, estamos en la peor crisis habitacional de Chile desde el año 1996 y lo estamos afrontando con un Gobierno que tiene más problemas de financiamiento desde el año 1990. Eso también es por mala gestión, porque nos hemos gastado la plata en cosas que no necesariamente priorizan desde los territorios y sus comunidades. Con ellos tenemos que hacer un cambio de trato, para incorporarlas a la gestión”.