El segundo tiempo de la vivienda social en Chile. Vivir elemental
Reproducimos noticia publicado en La Nación Domingo 21 de septiembre de 2008, donde se incluye entrevista a Ricardo Tapia, académico INVI
Por Alejandra Carmona
Ya no más casas cubiertas con plástico, goterones indignos ni piezas de tres por tres. Al menos eso es lo que promete la nueva política habitacional del Gobierno. De la mano del grupo Elemental, que obtuvo un León de Plata en la Bienal de Venecia, el futuro promete dejar en el pasado la segregación de los más pobres y su pesadilla de la casa propia. Si antes se apostó por la cantidad, ahora el desafío es la calidad. ¿No más nylon?
Johanna Vera no se cansa de admirar su baño. A la tina le puso una cortina plástica con flores celestes y verde agua. Encima del lavamanos instaló una jabonera y estuvo varios días cosiendo cubiertas de género para el WC y el estanque. «Es que tengo baño con tina», dice feliz.
Hasta parece señora de comercial enumerando las ventajas de su última compra: «Es digna y no se llueve, está la casa cerca de mis amigos y de la gente que quiero, tengo tres dormitorios y 72 metros cuadrados, hay áreas verdes y además participamos en el proyecto, elegimos la casa que soñábamos. ¡Qué más queremos!». Nadie le borra la sonrisa.
Johanna llegó, junto a 30 familias del campamento Vista Hermosa de Lo Espejo, en mayo pasado a estos terrenos ubicados a sólo dos cuadras de su ex casa, parada a tientas, con un escusado, pozo negro, que se limpiaba con baldes de agua en vez de baño. Comenzó a juntar dinero de a poco.
«No es fácil con tres hijos y además viviendo en un campamento, los niños se enfermaban más porque había más infecciones y el gasto era harto», comenta. Se demoró dos años en reunir los 480 mil pesos que necesitaba para postular, hasta que lo logró. Hizo pololos en lo que viniera y vendió ropa en la feria. Como se trata de una vivienda con deuda consolidada, ya no le debe un peso a nadie. Tiene 35 años y una casa propia.
El condominio Vista Alegre es uno de los conjuntos habitacionales proyectados por Elemental, una empresa de jóvenes profesionales socios de la Universidad Católica y Copec que se autodefinen como un «do tank», es decir, más dedicados a hacer que a divagar.
Alejandro Aravena, líder de la sociedad que proyecta viviendas sociales, acaba de ser galardonado con el León de Plata en la Bienal de Venecia por poner la arquitectura al servicio del mundo real: el ambiente, la pobreza y los conflictos sociales. Un hito que puede situar a Chile a la cabeza de este tipo de construcciones a nivel mundial: «A diferencia de otros países, Chile goza de una política de vivienda social muy eficiente», dice Víctor Oddó, gerente de Comunicación de Elemental.
Cualquier familia de la Villa El Volcán se podría caer de espaldas. Y con justa razón, después de que tuvieron que tapizar con nylon las viviendas que se hicieron conocidas como las casas Copeva, en honor a la empresa que las construyó. Sin embargo, varios expertos aseguran que son justamente éstas las que marcan un antes y un después en viviendas sociales, y que si bien el país aún tiene un camino que recorrer, ha comenzado un segundo tiempo que ya da frutos: no sólo importa la cantidad, sino la calidad.
CASAS PILOTO
Johanna no sólo está contenta porque tiene un baño decente y tres dormitorios donde pueden dormir tranquilamente sus dos hijos, sino también porque participó en la elaboración de la casa de sus sueños.
Los profesionales de Elemental hicieron al menos cinco talleres con los pobladores tanto en la municipalidad como en el mismo campamento que permitieron que ellos se involucraran directamente en el proyecto.
De acuerdo a distintos expertos en políticas habitacionales, éste debiera ser un paso fundamental al momento de diseñar nuevas poblaciones; un ingrediente ausente por años y que tuvo su auge entre los años sesenta y setenta.
El arquitecto Fernando Castillo Velasco, quien dedicó su vida al servicio de la vivienda social, cree que sin ese factor cualquier proyecto corre el riesgo de quedar a la deriva.
«El Estado debería dar más subsidios para que la gente pueda ampliar sus casas, pero el Estado no ha tenido confianza en el pueblo, los municipios están constreñidos y tienen restricciones para entregar recursos», dice quien fuera intendente de Santiago y el primer alcalde de La Reina, donde en 1965 ayudó a diseñar la villa del mismo nombre, una comunidad de 1.800 casas construidas por los mismos vecinos.
«Todos los fines de semana, cada tres años, vimos cómo los pobladores paraban sus casas. Ellos mismos fabricaban los ladrillos y después vendían la mitad para comprar cemento y poder levantar las paredes. No elegimos darles un terreno en la periferia; escogimos el mejor terreno de La Reina para ellos, eso es justicia social, ¿por qué hay que mandar a los pobres a cualquier parte? Eso no es verdadera integración social».
Son las mismas críticas de Rodrigo Hidalgo, del Instituto de Geografía de la Universidad Católica, que cree que en una ciudad inmensa como Santiago existe sólo una cara de la moneda. «Hay problemas de integración. Esto es lo que yo llamo una precariópolis, donde no hay oportunidades ni accesos. Aunque el discurso es integrar, la realidad nos muestra otra cosa».
A pesar de estas críticas, de la mano de Elemental las políticas habitacionales han vuelto a brillar como en la década de los sesenta. Lo que más le gusta a Johanna de su condominio Vista Alegre es que pudo elegir entre dos tipos de casas. «Era como tener una casa piloto», dicen los pobladores.
Junto a los profesionales de Elemental fueron dibujando lo que querían. «Ellos tuvieron la oportunidad de decidir y de entender por qué construimos algo, no es una decisión arbitraria. Les queda claro por qué se les va a entregar la vivienda con o sin calefont. Nosotros preferimos entregar la estructura sólida, con la ampliación proyectada para que ellos puedan crecer», explica Oddó. Una vivienda de 30 metros cuadrados puede crecer hasta 70 o incluso 90.
La idea de Elemental es que las casas queden cerca de donde los habitantes tienen sus redes sociales, los servicios básicos; un punto fundamental. Con exclusión social y segregación no hay vivienda digna.
EL FANTASMA DEL CHACOTERO
A comienzos de los noventa el desafío era claro: sacar a la gente de los campamentos y cubrir el déficit habitacional del estrato más bajo, que alcanzó un 1,2 millones de viviendas en dictadura. La carencia bajó a la mitad en estos últimos años y hoy los requerimientos son otros.
«Tenemos que enfocarnos en una nueva trilogía: cantidad, para disminuir el déficit; calidad, para mejorar los estándares y el tamaño de las viviendas, y la integración social, que es hacer casas con equipamiento, cerca de servicios, consultorios y colegios, con sedes sociales y ojalá con salas cuna», dice la ministra de Vivienda, Patricia Poblete.
La mirada a futuro es esperanzadora, ¿pero cómo se reparan los errores? «La escena de ‘El chacotero sentimental’ es un buen ejemplo de cómo están muchas familias en Chile», comenta Ricardo Tapia, del Instituto de la Vivienda de la Universidad de Chile.
Este organismo se ha dedicado a reparar parte del caos. Desde 1998 a petición de los propios vecinos ayudan a proyectar las ampliaciones de la población Los Quillayes en La Florida. Como se trata de 3.200 departamentos, sólo se hicieron cargo de un tramo, pero falta la gran parte.
«Hay un subsidio de ampliación y mejoramiento, pero sólo para las viviendas unifamiliares. La gente amplía desesperadamente y esto se repite en muchas poblaciones. Están tan mal hechas, que si viene un terremoto se pueden caer», explica Tapia.
Es justamente lo que quieren evitar los nuevos proyectos sociales; se trata de devolver un poco de humanidad a las viviendas sociales, esta vez con menos sueños que en décadas pasadas; ahora están regidas por presupuestos y leyes del mercado, pero entierran el sueño amorfo e inequitativo de la casa propia para los que compran por menos de 300 UF.
Como una forma de “arreglar el caos”, el Instituto de Vivienda de la Universidad de Chile ayuda con los conocimientos técnicos en la población Los Quillayes, construida en 1985.
Me emociona saber que estas personas de tanto esfuerzo vivan en una vivienda digna cercano a todo. Es un derecho como ser humano, de tener justicia social. Me alegra por esos niños que ya no tendrán que sufrir humedad, fríos, enfermedades, menoscabo social…y puedan sentir en sus corazones igualdad de condiciones. Felicidades a todas estas familias.
Si de retos se trata uno de los temas obligado para America Latina es el de la Vivienda.
Chile ha demostrado un trabajo en esta direccion con saldos positivos
Parece que ha existido una correspondencia entre intensiones y resultados ,lo que siempre no resulta a pesar de las voluntades politicas.