Vivir 10 días en un campamento: La invitación de la curadora Loreto González
Por El Desconcierto
Fuente: El Desconcierto 24/03/2022
Gestora cultural y educadora, González es la curadora de “Zona de Campamento”, la exposición que se inauguró ayer en la Galería Gabriela Mistral y que reflexiona sobre las dinámicas políticas y estéticas del norte chileno.
Con estudios de trabajo social e historia del arte, la gestora cultural y educadora Loreto González Barra es la curadora de Zona de Campamento, primera exposición colectiva de esta temporada de la Galería Gabriela Mistral.
Residente en Iquique, su mirada es una mirada del norte. La geografía, el entorno desértico, las relaciones sociales, el impacto del centralismo político-administrativo, la cultura nómade, los problemas en vivienda y servicios básicos y la ola migratoria son algunos de los intereses que plasma en Zona de Campamento, como una marca política.
“No tiene sentido trabajar en el arte si una no lo milita. Y yo no pertenezco a un partido, mi militancia es el arte”, dice. La exposición colectiva es el resultado de una residencia en la caleta Río Seco, a 90 kilómetros de Iquique, en la que participaron 10 artistas, hombres y mujeres nacidos entre 1984 y 1989, de distintas regiones de Chile y Wallmapu.
La población nortina
-Uno de los gatillantes de este trabajo es, precisamente, un hecho político: las declaraciones del ministro de Vivienda del gobierno de Sebastián Piñera, Cristián Monckeberg, quien en diciembre de 2018 declaró ante el Senado que «un altísimo porcentaje (de los chilenos) tiene una casa, un departamento, una casa en la playa, un terreno».
-El proyecto efectivamente nace con lo que dijo ese ministro, que es irrisorio y algo absurdo. Yo, que soy del norte, y que conozco bien cómo funcionan esas zonas de campamento, pensé en una lectura dual que hay aquí: el campamento precario, la toma de terreno, y el campamento de veraneo, una práctica común del norte que es parte de la cultura nómada. Es la necesidad del nortino de vincularse a la playa y al verano, de pasarlo bien, de hacer relaciones de amistad. Me pareció interesante y bonito poder generar una zona de campamento para quienes no habitaban el lugar, para otros compañeros y colegas que pudieran conocer allí la realidad del norte y del campamento, en tanto construcción de un sueño que se vuelve real con lo poco y nada que hay, pero con lo mucho que se entrega para estar bien.
-De una declaración desafortunada, entonces, surge una reflexión.
-Creo que ha sido fundamental reflexionar en torno a las adversidades o contradicciones que existen en zonas geopolíticas como estas. Habitar sistemas de viviendas esporádicas se ha vuelto algo permanente en el norte, por ejemplo. Desde estos alcances, me parece urgente dialogar, mediante la práctica cultural, acerca de lo humanitario y la conciencia social que tanto nos hace falta. Las declaraciones del exministro Monckeberg están cerca de su realidad, pero no de la nuestra. Y aquello es preponderante a la hora de leer los contextos. Porque no existe una sola realidad, ni un solo un territorio, existe diversidad en todos los ambientes que vivimos, por lo tanto esas lecturas son las que a todas nos gustaría que hoy comenzaran a cambiar, de lo contrario sigue existiendo una hegemonía que perjudica a toda una sociedad.
-En esa lógica surgió la idea de trasladarse a vivir a un campamento.
-Sí. Trasladarse a vivir la realidad de ese lugar tal como es. Creí que era super urgente trasladarnos a estas zonas de contacto con lo que realmente es la necesidad o la problemática primera de la población nortina, que es la vivienda y el refugio ante un desierto que hace todo difícil. Los problemas de instalar un campamento en el norte son muy exagerados. No tienes terreno, las condiciones geográficas no permiten mucho; no hay agua ni luz ni servicios básicos que funcionen bien, las distancias son tremendas.
-¿Hay también una intención de relevar el centralismo que predomina aún en Chile?
-Claramente. Yo soy de Iquique, del extremo norte, donde no existe una institución permanente que tome las decisiones desde ahí, de la región. Estamos condicionados por lo que define el centro a pesar de que somos la gran reserva económica del país. Más aún en esos lugares, como una caleta, porque las decisiones mínimas se toman en Iquique. Entonces, seguimos replicando el mismo modelo centralista. Desde luego, he entendido mi sistema curatorial desde esa temática, que finalmente se ha transformado en una especie de activismo.
Habitar el desierto
–Zona de Campamento es una obra que parte de una residencia para artistas en una caleta a 90 kilómetros de Iquique. ¿Qué tal fue esa experiencia?
-Río Seco es una caleta desvalorizada, alejada, que sufre las condiciones del centralismo a la escala de no tener agua potable, como todas las otras nueve caletas de pescadores que tiene Iquique. Sin embargo, a pesar de estas condiciones, al mismo tiempo la gente va comprendiendo y aprendiendo lo que es la ecología, aprende a vivir en torno al cuidado del agua, por ejemplo. Eso es super valorable y en sí es un aprendizaje.
El año 2020, con mi colectivo de arte Caput decidimos crear esta residencia de 10 días, en un espacio de trabajo y exploración, para vivenciar esa experiencia en la casa de mi familia en Río Seco. Es una casa que fue construida a pulso, con material reciclado, mediante una arquitectura hechiza, y que se va construyendo en la medida de lo que necesitamos. La propuesta fue habitarla y transformarla en un refugio, entendiendo ese concepto como un techo para las relaciones humanas. Pero también implicaba habitar el desierto mismo, buscar nuestras propias necesidades y ver la manera de reparar en ello, observando y aprendiendo de los propios habitantes de Río Seco.
-Cómo hace la selección de los 10 artistas invitados a Río Seco
-Tuvo que ver con cuestiones afines y con la manera de relacionarse. Busqué artistas nacidos entre 1984 y 1989, para hallar una coincidencia en los temas de conversación, en las historias, con el requisito de que fueran de regiones distintas. Pensé que podíamos tener una conversación y una lectura compartida.
-¿Y cómo resultó?
-Nos respetamos y animamos a vivir durante 10 días en ese lugar, con piezas compartidas. Alimentándonos en conjunto, yendo juntos a la playa, con reuniones en la roca en vez de un café o una oficina. Hicimos competencias de nado. Comimos pescados y mariscos todos los días. En lo laboral, hicimos ejercicios pedagógicos para entender el arte desde otro lugar. Descubrimos al partir que la primera necesidad, como grupo humano, era la sombra. La enorme necesidad de sombra. Hay un río seco, que hoy es un basural, donde encontramos y trabajamos una tela con la que hicimos una sombra. Y bajo esa sombra generamos una zona de encuentro, una zona de contacto con los pobladores, un lugar donde conversar y compartir. Generamos cosas super genuinas, que se escapan de la tradición del arte de producir y generar obra.
Zona de Campamento es un trabajo colectivo, pero cada uno de los/las artistas crea una bitácora propia, que es también una pieza individual basada en una reflexión crítica en torno al territorio de Río Seco. Participaron los artistas Camilo Ortega, Valentina Utz, Gonzalo Castro-Colimil, Dano Mozó, Fernanda Fábrega Rubio, Javiera Muñoz Repetto, Danny Reveco, Angelo Álvarez Bon, Natalia Montoya Lecaros y Nicole Aliste Carrasco.