Plan “Quiero mi Barrio” muestra éxito en San Fernando y La Pintana
Manual en mano, el programa trabaja intensamente el tema de la seguridad ciudadana y la toma de espacios por parte de vecinos. Aseguran que la participación y recomposición de las relaciones sociales son vitales para despedir a los delincuentes.
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Por Dalia Rojas
Hasta el año pasado, la Ratonera -un sitio eriazo y baldío ubicado en San Fernando- era quemado en cada aniversario del 11 de septiembre. Este año, fue la excepción. La población San Hernán, que alberga el terreno, es uno de los doscientos lugares donde el programa del Ministerio de Vivienda «Quiero mi Barrio» está interviniendo, y precisamente ahí los vecinos colocaron la primera obra, que despidió fogatas y encapuchados. Y en vez de una Ratonera, hay una plaza con una sede vecinal que acoge a los vecinos.
«Esa es la idea del programa -dice Claudia Pinto, encargada de la iniciativa del Gobierno-, que reforzando la participación de los vecinos se intervenga la infraestructura, recuperando espacios para prevenir la delincuencia o actos de violencia», explica. Para ello acaban de lanzar un manual de prevención de violencia y delincuencia, con la colaboración del Ministerio del Interior. «Interior aporta la experiencia en el tema de seguridad que será importante para determinar qué obras se pueden realizar en esa materia, mejorando la percepción de seguridad de los vecinos», agrega Pinto.
Cuarenta años de exclusión
Una toma de terrenos fue el origen de la población Santa Adriana hace 40 años. La dictadura trajo violencia y los pobladores respondieron de igual modo. Así se forjaron las relaciones entre vecinos y no por nada es el barrio en donde más recursos se colocarán: 7 mil 500 millones de pesos. «Los niños se tratan violentamente, los vecinos entienden las relaciones de esa manera. El programa ayuda, pero hay un trabajo de desigualdad que no pasa sólo por estas obras, donde el principal problema es el narcotráfico», dice David Herrera, jefe de barrio del equipo del programa en esta población, quien ve en su trabajo una oportunidad para generar un marco metodológico de prevención de delincuencia. «Le llamamos manual cero , porque a partir de este trabajo vamos a crear los lineamientos para intervenir otros barrios, cuando la reparación de estos lugares sea parte de una política pública», cuenta.
El presidente del consejo vecinal, Rodrigo Tapia, agrega que «se está gestando un proceso social importante, hay gente que está participando y que no lo hacía, como los jóvenes, que antes no estaban ni ahí. Son 40 años de exclusión, de marginación y esto da la oportunidad de unirnos como vecinos».
En octubre se inician las primeras obras del programa: La plaza de la tercera edad -que hoy es un peladero-, una multicancha y alumbrado público. «Junto a estos proyectos, también se ha restaurado el tejido social, que estaba tan deteriorado como la infraestructura, y esa es la base de le prevención», dice Herrera.
En la Villa Santa Magdalena, de La Pintana, la dirigente vecinal Edelmira Carrasco explica cómo ha cambiado su hábitat con intervenciones locales similares. «Antes incluso había violaciones en un sector que estaba pelado, hoy en ese lugar hay una plaza, y los propios vecinos han pintado y hermoseado, hemos recibido apoyo de distintos programas como Comuna Segura, y otros aportes de la municipalidad, y han cambiado mucho las cosas acá».
Fuente: La Nación Viernes 21 de septiembre de 2007