Monumentos Históricos y Espacio Público
Por Pablo Gaete Villegas
Fuente: Diario Concepción 17/03/2021
Para los especialistas en patrimonio es importante generar un proceso de diálogo entre las comunidades, los expertos y las autoridades, que finalmente permita que el patrimonio se enriquezca y se amplíe en sus concepciones.
El retiro de la estatua del general Baquedano desde Plaza Italia o Plaza Dignidad ordenado por el Consejo de Monumentos Nacionales, ha desatado una fuerte controversia y un intenso debate respecto del significado de los monumentos públicos, su representación histórica y valor patrimonial. Para algunos académicos como el cientista político Alfredo Joignant se ha exagerado al asignarles connotación política e ideológica a los daños a monumentos públicos y en particular a la estatua del general Baquedano, y que más bien se trata de vandalismo puro y duro, considerando que también se quemaron las instalaciones del Museo Violeta Parra, iglesias y otras dependencias universitarias con valor patrimonial en el mismo sector. Habría que agregar que la falta de resultados en las investigaciones acrecienta las dudas respecto a los autores de estos hechos. En esta misma línea, el académico de la UC Juan Pablo Luna señala que la “elite ha sobre interpretado las demandas de la ciudadanía” a partir del estallido social, indicando con ello que se asignan intenciones ideológicas y reinterpretaciones históricas donde no necesariamente las hay.
Como siempre ocurre en nuestro país, se tiende a mirar solo el ombligo de Santiago desconociendo lo que ocurre en regiones, pues no podemos ignorar que, durante los meses más álgidos de la revuelta social de octubre de 2019, se sucedieron hechos similares en distintas ciudades. Aquí mismo en Concepción vimos caer la estatua de Pedro de Valdivia en plena plaza de la Independencia. Ocurrió lo mismo en Temuco con este personaje histórico y en La Serena la estatua de Francisco de Aguirre, militar de la colonización española, fue arrancada y en su lugar, se colocó la escultura de una mujer diaguita. Más al norte en la ciudad de Arica se destruyó una escultura en piedra que se había instalado en 1910, en honor a Cristóbal Colón. En el mismo contexto, y en el otro extremo del país, en Punta Arenas, la escultura de José Menéndez, empresario a quien se atribuye el exterminio de la etnia Selknam, fue también destruida y llevada a los pies de la estatua del Indio Patagón. Es innegable la fuerte carga de valor simbólico que tienen para las nuevas generaciones estos monumentos de personajes asociados a la dominación colonial, al abuso del poder oligárquico y al militarismo dominante en nuestra historia. Efecto que se acrecienta en tiempos de crisis social y polarización ideológica como hoy ocurre.
Como sabemos, estas acciones también han sucedido en otras latitudes, tanto en guerras, conflictos políticos o rebeliones populares. La caída de la URSS en 1991 está estrechamente asociada con las imágenes de la destrucción de las estatuas de Lenin. Asimismo, es reveladora la fotografía de un tanque norteamericano destruyendo la estatua de Sadam Hussein en Irak. No hace mucho en EE. UU la muerte del ciudadano afroamericano George Floyd provocó decenas de manifestaciones bajo el lema de “Black Lives Matter”. En ellas, una expresión específica de descontento fue el derribo o daño a monumentos, fundamentalmente de personajes relacionados con el esclavismo. En Chile otros historiadores han señalado que la destrucción de estatuas son una interpelación al pasado colonialista y al autoritarismo oligárquico y militar presente a lo largo de nuestra historia. Para los especialistas en patrimonio es importante generar un proceso de diálogo entre las comunidades, los expertos y las autoridades, que finalmente permita que el patrimonio se enriquezca y se amplíe en sus concepciones. Por nuestra parte creemos que hay que devolver a la ciudadanía, como ejercicio democrático, la decisión de crear o definir las nuevas representaciones simbólicas que la identifiquen en sus espacios públicos con estos nuevos tiempos.