Gran Santiago incrementa niveles de segregación en la última década por crecimiento económico

Fuente: El Mercurio 16/08/2015 Sección Nacional p. C13

El 86% de los habitantes de las comunas más ricas trabajan y viven en la misma zona, mientras que el 60% del área sur-poniente debe desplazarse a otros puntos. Gobierno trabaja un plan para equiparar estándares urbanos.

Manuel Valencia e Ignacia Godoy

La familia de Valentina Rivas vivió toda su vida en San Miguel, hasta que decidieron cambiarse a Las Condes. Al poco tiempo, reconocen algunos beneficios de la mudanza. «En San Miguel no se veía un solo carabinero. Aquí desde la ventana ves que cada cinco minutos pasan tres autos de Paz Ciudadana». Una situación similar experimentó Virginia Brehme. Aburridos de los tacos para llegar a Las Condes a trabajar, ella y su marido decidieron cambiarse, aunque dicen haber perdido algo de vida de barrio. «Acá llevamos un año y conocemos un par de vecinos de saludo y pare de contar», dice.
Ambos casos constituyen una tendencia creciente en Santiago: los profesionales jóvenes que logran obtener empleos bien remunerados, buscan mejorar su estándar de vida trasladándose al sector centro-oriente de la capital. No solo por la cercanía al principal polo laboral de la ciudad, sino también por la proximidad a más servicios de calidad educacional, de salud, oferta cultural y áreas verdes. Ese éxodo deja a las comunas más vulnerables con un menor grado de heterogeneidad e ingresos. Por lo tanto, menos presupuesto para invertir en mejoras urbana, lo que afianza el círculo vicioso.
La tendencia fue analizada por especialistas de la U. Católica y la U.de Los Lagos en el estudio «Santiago de Chile, ¿ciudad de ciudades?». En él evidencian que la capital ha incrementado su brecha social en la última década y se ha vuelto más segregada. «Es una situación estructural. En la medida en que se concentra la población que es más atractiva desde el punto de vista del sector privado, se incentivan el comercio, los negocios, los servicios y se genera un círculo vicioso en términos de la concentración geográfica de buenos servicios, colegios, centros de salud. Todo comienza a quedar en este sector», explica Luis Fuentes, subdirector de Instituto de Estudios Urbanos UC y uno de los autores del estudio.
Para arribar a los resultados, la investigación se basó en datos de las últimas encuestas Casen y del Censo 2002. Así, por ejemplo, determinaron que el 86% de los residentes del centro-oriente no necesitan salir de la zona para ir a trabajar o por otras razones; mientras que el 60% del sector sur-poniente de Santiago sí debe hacerlo.
Este cambio también ha promovido otros dentro de la zona oriente, de acuerdo a Óscar Mac-Clure, académico del Centro de Investigación sobre Sociedad y Políticas Públicas de la U. de Los Lagos y también autor del estudio. «Los signos de distinción se desarrollan de otras maneras: quienes tienen más altos ingresos o son de una elite económica, están en barrios específicos como La Dehesa o buscan otras vías para diferenciarse del resto. No irán a cerro Colorado a esquiar, pero sí irán a La Parva. O pondrán a sus hijos en los colegios más caros».
¿Es posible quebrar esta brecha? Los autores advierten que podría acentuarse tanto que formaría diversos «Santiagos». Con ello, se eliminaría la identidad de los habitantes de la ciudad.
La ministra de Vivienda y Urbanismo, Paulina Saball, dice que enfrentar el problema es complejo porque concurren diversos factores para ello. Añade que desde su cartera se avanza en medidas de integración social y funcional. «El estudio pone en evidencia que el nivel de inequidad en Chile es muy alto y sigue creciendo. No es aconsejable que una comuna tenga una función, como residencial o laboral. Se requiere integrar sectores y actores, además de funciones. También es necesario mejorar infraestructura urbana para mejorar estándares», afirma.
El jefe de Desarrollo Urbano de la cartera, Pablo Contrucci, dice que se requiere intervenir el mercado de suelo. «La teoría económica muestra que si el suelo se deja libre, las ciudades comienzan a autosegregarse. Para revertirlo, el Estado tiene un rol que impulsamos en la política de suelos para la integración social. También se invertirá en barrios menos equipados».

Círculo vicioso
En el análisis se verificó que el 81% de las viviendas del sector centro-oriente entregan recursos a sus municipios por el pago de contribuciones. En cambio, las viviendas sociales, que están exentas de ese pago, redundan en menos ingresos para las zonas vulnerables.

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