Cómo les quitaron las veredas a los peatones: el difícil día a día caminando entre ambulantes, ciclistas, delivery y terrazas de restaurantes
Por Catalina Martínez Soto
Fuente: The Clinic 18/03/2023
Comercio ambulante, repartidores de delivery y «terrazas» de locales comerciales son algunos de los obstáculos que tiene que sortear día a día un caminante que transita por la acera. El Paseo Ahumada, Barrio Lastarria, Avenida Recoleta, Providencia y Barrio Italia son solo algunas zonas donde las veredas han expulsado a los peatones. Desde juntas de vecinos protestan, mientras los municipios buscan soluciones. ¿Qué dice la ley sobre el uso del espacio público?
Un constante zigzagueo. Así es caminar por las amplias veredas de Avenida Recoleta, entre las calles Antonia López de Bello y Santa María, donde los vendedores ambulantes ofrecen -sobre telas instaladas en el suelo o mesas- desde artículos de aseo y zapatos, hasta antigüedades y cargadores de celular.
El comercio empieza a funcionar desde temprano. Son las 11 de la mañana y un joven vitrinea en un colgador de ropa en plena acera. La oferta es tentadora: las prendas cuestan mil pesos.
A tan solo unos metros, una señora le ofrece a un comerciante, que vende botellas de licor vacías y jugueras, opciones de almuerzo. El menú es pescado frito con arroz.
Mientras eso ocurre, una mujer con un coche que se mueve de una esquina a otra intenta esquivar a los vendedores.
Caminar por el paseo Lastra tampoco es fácil. Al salir de la estación de Metro Patronato, los toldos azules se convierten en protagonistas del paisaje, acompañados del bullicio y de la amplia variedad de productos -incluyendo alimentos- que venden los comerciantes ambulantes en la vereda.
Para llegar a Avenida Recoleta hay que moverse por pequeños pasillos e intentar evitar a las personas que se detienen a comprar o preguntar precios.
Desde la Municipalidad de Recoleta, al mando del alcalde Daniel Jadue (PC)-, reconocen que si bien “claramente no es agradable en muchos casos” la presencia de comercio ambulante en la vereda, los vecinos no suelen denunciar.
Aún así, aseguran que desde el municipio trabajan para organizar el comercio en la vía pública -con proyectos, por ejemplo, de ordenamiento-, pero que también despliegan fiscalizaciones con policías y la Seremi de Salud.
–El Departamento de Inspección General realiza fiscalizaciones donde se corrobora que cuenten con los debidos permisos, de lo contrario, se cursan las debidas infracciones, incluso el decomiso. Varias de estas acciones se han hecho en conjunto con Carabineros– precisan.
Un poco más al centro de la capital, en la comuna de Santiago -donde transitan diariamente, según estimaciones de la Municipalidad de Santiago, dos millones de personas-, el panorama no es tan distinto.
Al caminar por el paseo Ahumada se pueden encontrar artículos de aseo, accesorios para mascotas, artesanía, lentes de sol, ropa interior o zapatillas que ofrecen vendedores apostados en la calle de uso peatonal.
Una situación que ha generado molestia y por la que, incluso, se pronunció la Corte de Apelaciones de Santiago, desde donde ordenaron al municipio liderado por la alcaldesa Irací Hassler (PC) a erradicar el comercio informal establecido en el paseo Ahumada y ocuparse del problema en un plazo de 45 días.
La resolución del tribunal llegó tras un recurso de protección presentado por la Librería Antártica Plaza Limitada, ubicada en el paseo peatonal, en el que apuntaban a que la presencia de vendedores informales afectaba el negocio.
Y es que los comerciantes se instalan en tres filas a la salida de la estación de Metro Universidad de Chile -algunos junto a las paredes de los edificios que colindan con la calle de uso peatonal- reduciendo el espacio de tránsito.
Lugares como la entrada del Banco de Chile, por ejemplo, se convierte en zona de comercio ambulante, una vez que termina la jornada laboral.
A 15 minutos caminando, en el barrio Lastarria, la situación es similar. Los comerciantes ambulantes se instalan en las veredas de la mítica calle José Victorino Lastarria -que va desde Alameda a Merced- a ofrecer artesanía, tabaco, ropa, lencería, cuadros, entre otras cosas.
La situación genera molestia en algunos habitantes del sector. El presidente de la Junta de Vecinos Parque Forestal, Héctor Vergara, reclama que el mal uso de veredas en el barrio está “cada día peor”.
–Realmente es un súper problema que tiene varias aristas, por supuesto, como los vendedores ambulantes, el comercio establecido y también la circulación de bicicletas o motos. Es un mal vivir el que tienen los vecinos en las veredas de nuestro barrio.
A su juicio, la mal instalación del comercio ambulante dificulta el paso de los peatones, sobre todo -dice-, porque en su mayoría quienes viven en el sector son personas mayores y deben transitar por espacios angostos. En algunos casos, por la calle.
Y pese a que han sostenido conversaciones con la Municipalidad de Santiago, comenta que las respuestas no son las que a la organización vecinal le gustaría.
–Los vecinos que usan sillas de ruedas quedan enclaustrados. El problema es que nosotros podemos dar ideas para solucionar esto, pero la ejecución es por parte del municipio o el gobierno.
El artículo 5 de la Ley N°21.426, que sanciona el comercio ilegal, precisa que las municipalidades serán las encargadas de establecer en sus respectivas ordenanzas los lugares donde se podrá ejercer el comercio ambulante.
Esas ordenanzas -detalla la legislación- “deberán contener, a lo menos, un sistema único de identificación personal, con registro fotográfico de la persona autorizada para ejercer dicho comercio”.
Para el presidente de la Junta de Vecinos Parque Forestal, una de las soluciones que podría implementar el municipio es la habilitación de ferias para el comercio ambulante. Sin embargo, advierte que estas deben estar ubicadas en lugares aptos.
–No se puede hacer una feria en la vereda más angosta del barrio, porque es traer el mismo problema y multiplicarlo, entonces tienen que ser en espacios más amplios.
Desde la Municipalidad de Santiago precisaron que durante el último año recibieron más de 9 mil denuncias respecto a la instalación del comercio informal.
Para intentar erradicar esta problemática, funcionarios de la Dirección de Prevención y Seguridad Comunitaria realizan operativos junto a Carabineros. También, se disponen de ofertas de trabajo para que los vendedores ambulantes accedan a fuentes laborales formales y se impulsan alianzas con el sector privado.
Aún así, desde el municipio reconocen que el comercio informal es un problema histórico de la comuna, el cual se ha visto agudizado por las condiciones económicas y la situación migratoria.
La molestia por los repartidores de delivery
Pero el comercio ambulante no es el único problema que dificulta el libre tránsito de peatones por las veredas.
Desde que llegó la pandemia a Chile, en marzo de 2020, las compras vía aplicaciones de delivery aumentaron y distintos servicios, como restaurantes y farmacias, se adaptaron para despachar pedidos.
La economía de plataformas digitales, no obstante, trajo consigo varias consecuencias. Una de ellas, justamente, es el uso de aceras por parte de trabajadores, por ejemplo, de Uber o Rappi –ambas empresas, consultadas por The Clinic, declinaron referirse al tema– para estacionar sus bicicletas, motos o vehículos “mosquito” a la espera de pedidos.
–¿Por qué tienen que estacionarse en espacio público?– se pregunta Héctor Vergara.
Al pasear por la calle Merced, en Santiago, se pueden ver grupos de repartidores de delivery que detienen sus vehículos en la vereda mientras esperan recibir pedidos. Una situación que, para Vergara, debería ser abordada políticamente.
–Intentamos hablar del tema de los delivery con la municipalidad, pero no hemos tenido oído. Hay que hacerse cargo políticamente, hay que buscar un ordenamiento. Que se hagan, por ejemplo, espacios delimitados para que se estacionen los delivery.
Otro hecho que le preocupa al presidente de la Junta de Vecinos Parque Forestal son los robos que se producen en las veredas por los denominados “motochorros”.
–Hemos tenido decenas de casos de vecinos que han sido asaltados mientras caminan por motochorros que van con mochilas de delivery y circulan en las veredas.
El problema del uso de aceras como estacionamiento por parte de repartidores también aqueja a Providencia y al municipio liderado por la alcaldesa Evelyn Matthei (UDI).
–Eso nos afecta mucho– reconoce el secretario de la Junta de Vecinos N°13 del Barrio Bellavista de Providencia, Héctor Daniel Quintana.
El dirigente vecinal cuenta que esa problemática se radica principalmente en las zonas comerciales del sector, durante el día y la noche.
–Prácticamente todos los locales tienen delivery de comida, por lo tanto tienen un flujo de motos y bicicletas muy alto. Eso afecta mucho el tránsito por las veredas.
En su caso personal -dice-, es residente en una ubicación donde los repartidores de delivery suelen estacionarse en las veredas. Ante esa situación, y si el número de motos supera las cinco, pide una fiscalización a la municipalidad.
–La municipalidad viene y saca los partes correspondientes. No se llevan las motos, pero pasan partes.
Y pese a que asegura que los fiscalizadores trabajan hasta altas horas de la noche, comenta que le han manifestado la inquietud a la Municipalidad de Providencia, pero que “hasta el momento” no hay respuestas.
La administradora municipal, Carol Vargas, afirma que los vecinos de la comuna denuncian permanentemente la presencia de trabajadores de delivery estacionados en veredas.
Y aunque la funcionaria municipal es tajante en afirmar que los repartidores no pueden instalarse en esos espacios a esperar pedidos, reconoce que se trata de un “tema complejo”.
–Este tipo de oficios o labores no está considerado específicamente en nuestra legislación. Sin embargo, utilizamos, principalmente, la Ley de Tránsito y ordenanzas municipales relativas a la ocupación del bien nacional de uso público para controlar a quienes ejercen estas labores.
Ese control, en concreto, se realiza desde la Dirección de Fiscalización de la Municipalidad de Providencia con operativos para retirar las motos y bicicletas tipo mosquito, en los que participa Carabineros y funcionarios del Ministerio de Transporte, junto con apoyo de funcionarios de seguridad del municipio.
El problema -puntualiza Vargas- se presenta cuando se trata de bicicletas, las cuales no cuentan con una “clara individualización”, como es el uso de patente.
La Ley de Tránsito (N°18.290) establece que la acera es “parte de una vía destinada al uso de peatones”. Desde Carabineros interpretan esa información de la siguiente forma: “Sólo los peatones tienen permitido transitar por la acera”, a excepción de algunas situaciones que especifica la misma legislación.
En la práctica, sin embargo, eso no se cumple, porque, además del uso como estacionamientos, en las veredas también circulan ciclos -vehículos provistos, de al menos dos ruedas, accionados por una persona-.
–Hemos tenido vecinos que han perdido toda su dentadura frontal por un choque con un joven andando en skate o vecinos que han tenido encuentros con personas que van en bicicleta por la vereda- lamenta Vergara.
El coronel Rodrigo Soto, del Departamento de Operaciones de la Zona Metropolitana de Carabineros, explica que frente a situaciones irregulares cometidas por trabajadores de delivery, personas que conducen ciclos e incluso el comercio ambulante, se cursan multas dependiendo de la legislación que aplique en cada caso.
También, comenta que se desarrollan trabajos permanentes con municipios para fiscalizar y erradicar estas problemáticas, como patrullajes mixtos. Una labor a la que se suma el despliegue de servicios focalizados desarrollados por las comisarías territoriales, mediante la identificación de “zonas de incivilidades”.
–Hay fiscalizaciones, sí, pero no la cantidad que nosotros quisiéramos– reclama el presidente de la Junta de Vecinos Parque Forestal.
Mesas y sillas en las veredas: los otros obstáculos del peatón
Al pasear por el barrio Italia, en Providencia, son varios los locales comerciales que ofrecen servicio en mesas apostadas en las veredas. Para aplacar el calor son una opción, para los fumadores también.
Esas denominadas “terrazas” son una consecuencia de la pandemia. Y es que durante la emergencia sanitaria, restaurantes, bares o cafeterías debieron ampliar sus espacios al aire libre para funcionar, ante los altos índices de contagio por Covid-19.
Esa modalidad de atención, pese a que la cifra de casos positivos ha disminuido, llegó para quedarse, aunque implica la utilización de bienes nacionales de uso público.
Por eso, el funcionamiento está regularizado por ordenanzas municipales que otorgan permisos a establecimientos comerciales.
Para obtener la autorización, los locales deben enviar solicitudes a los respectivos municipios con los requisitos que se establezcan. Si son aprobadas, deberán pagar un monto de dinero, además de las patentes comerciales.
En el caso de Providencia, por ejemplo, el pago del permiso dependerá de la cantidad de metros cuadrados (m²) que se autorice.
Las terrazas, además, no podrán obstruir el paso peatonal, considerando un espacio, por ejemplo, de al menos dos metros para transitar, dependiendo de la zona en la que se emplacen las instalaciones.
La funcionaria municipal de Providencia, Carol Vargas, explica que la autorización se otorgó ante la necesidad de apoyar a locales comerciales en plena crisis sanitaria.
–Esta medida se fue retrotrayendo hacia fines de 2021. Lo que hemos visto, es que los locatarios han cumplido con esta medida, ya que esto también va aparejado con una fuerte fiscalización para evitar el mal uso del bien nacional de uso público– dice.
Así también, puntualiza que el permiso es revocable ante el incumplimiento de normas, no pago de derechos o el mal uso del espacio autorizado.
La misma exigencia rige por parte de la Municipalidad de Recoleta, desde donde explican que durante la pandemia, cuando se realizaron los permisos para utilizar el bien nacional de uso público, éstos eran gratuitos. Pero, desde mediados del año pasado, los locales comerciales deben pagar autorizaciones.
–Nuestra evaluación es positiva- dicen sobre el funcionamiento de esta medida.
En el caso de la comuna de Santiago, son varios los restaurantes ubicados en José Victorino Lastarria que utilizan la vereda e incluso sectores de la calle para instalar mesas y sillas. Se hizo por los aforos en plena pandemia, pero siguen tomándose la calle.
Para resguardar esos espacios, cierran el perímetro con vallas papales, en las que cuelga un cartel con la frase “Barrio Gastronómico” y con el sello de la municipalidad.
–Los locales comerciales se toman las veredas, más allá de lo que permite el municipio– asegura el presidente de la Junta de Vecinos Parque Forestal.
Y es que además de emplazar sillas y mesas, las filas de personas que esperan en la vereda para ingresar a un local cuando éste no tiene disponibilidad de puestos también genera molestia en los habitantes del barrio.
–A todos los alcaldes, de todos los colores, le hemos manifestado esta molestia que siempre ha existido, pero nunca en el nivel de ahora. Está absolutamente exacerbado, fuera de toda norma– asegura Vergara.
Hasta la fecha, la solicitud de este tipo de permisos sigue vigente en Santiago. Sin embargo, desde la municipalidad afirman estar trabajando para “ordenar” el uso del espacio público, con labores educativas, de notificación y denuncia.
–Nuestro municipio se encuentra realizando labores de información y notificación a dichos comerciantes, para que regularicen su situación y gradualmente inicien el retiro del mobiliario instalado en los exteriores a sus locales.
El coordinador general del Colectivo Muévete, Daniel Lanfranco, comenta que el impedimento al libre tránsito del peatón es una consecuencia ante la falta de políticas de caminabilidad y de acciones que la desincentivan.
–Como no vemos la caminata como un modo de transporte habitual dentro de la ciudad, la invisibilizamos. Por ejemplo, los conductores de delivery piensan que estacionar sus motos sobre la vereda no es un obstáculo, porque en general a nadie le preocupa la vereda o los caminantes.
Eso mismo, dice Lanfranco, ocurre con las denominadas terrazas de locales comerciales que impiden transitar fluidamente.
–Hay terrazas que están dentro de un ancho que te dan el espacio para caminar tranquilamente junto a otras dos personas, pero otras no. Eso no es incentivo para la caminata, de hecho es desincentivar y darle prioridad al comercio privado que a la ganancia pública.
Requeridos por The Clinic, desde la Delegación Presidencial de la Región Metropolitana no se refirieron al tema.