La cara más dura de la inflación: los pobres están acusando el golpe

Comprar una canasta básica de alimentos, que calcula el Mideplan, cuesta 24,4% más en septiembre respecto de enero.

El alza de los alimentos es lo que más daña a las entidades de beneficencia y a las personas. El Hogar de Cristo, a agosto, gastó $408 millones más de lo que previó a principios de año en comida. La Fundación Las Rosas debió desembolsar $95 millones extras.
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por ALEJANDRO SÁEZ ROJAS

Al ex presidente del Banco Central Carlos Massad le gustaba describir la inflación como un mal que se «cuela por debajo de la puerta de los más pobres». Este año, este fenómeno volvió a convertirse en una lacra para los que tienen menos. Comprar una canasta básica de alimentos -que no es arbitraria, porque es la que usa el Ministerio de Planificación, Mideplan, para medir la línea de pobreza- costaba a fines de septiembre $44.622 mensuales, 24,4% más que los $35.800 que se empleaban en enero de este año.

«Esta inflación que hemos visto es altamente regresiva, porque está afectando a los más pobres de manera mucho más fuerte que a los grupos más ricos de la población», estima el economista de Aserta Consultores, Hernán Frigolett.

Los alimentos, como la leche, pan, frutas y verduras, son los principales responsables. El ítem en su conjunto pesa 45% en el presupuesto de las familias que pertenecen al 20% más pobre de la población. En cambio, el peso para el 20% más rico es de 17,5%.

Tomando a todos los que viven en el quintil menos pudiente del país, su IPC efectivo es de 8,3%, estimó Frigolett. En cambio, para los que viven en el tramo de ingresos más altos, «su IPC» es de sólo 5%. «A los ricos los va a ayudar una baja en el precio del dólar, pero para los pobres ese efecto no es tan significativo», opina el mismo economista.

La pérdida de poder adquisitivo es aún más dramática para quienes viven cerca de la línea de la pobreza (es decir, el 13,5% de la población que está bajo esa frontera, incluyendo a los indigentes). Su capacidad de compra se ha visto deteriorada en 20%, estima el economista del Instituto Libertad y Desarrollo, Rodrigo Castro. Los ingresos de las familias de Chile prácticamente no han crecido en este año, según se constata en las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas; por lo tanto, no han podido compensar el alza de precios.

Caridad en problemas

No sólo los pobres pueden comprar menos. Las instituciones que se encargan de ayudar a los más vulnerables dentro de aquellos con menor ingreso en el país también están atravesando por serias dificultades dada la alta inflación de este año.

El Hogar de Cristo cuenta con un presupuesto anual de $31.000 millones de pesos. La entidad había planificado que este año por concepto alimentación se deberían gastar $3.400 millones. Pero se quedaron cortos. Están con un desfase de $408 millones a agosto. Es decir, ese monto fue lo que han tenido que gastar extra en comida, cuenta el subgerente de logística de esta institución, Héctor Pérez.

La Fundación Las Rosas está también seriamente preocupada por lo que ha ocurrido. Su gerente general, Felipe Valenzuela, cuenta que su presupuesto para enero-septiembre en alimentación era de $450 millones. Sin embargo, en la práctica tuvieron que desembolsar $95 millones adicionales, especialmente en leche, pan y verduras. Una verdadera fortuna para este tipo de instituciones que viven de las donaciones de empresas y de las personas que son sus socios.

No sólo el ítem alimentos ha perjudicado a estos organismos. El incremento de la electricidad y el gas también les descuadró el presupuesto. Por concepto de combustibles, por el traslado de personal que recauda fondos y de las personas que necesitan atención médica, el Hogar de Cristo debió gastar $65 millones más. Las Rosas se vio afectada por el aumento del gas y la electricidad: lo planificado fue excedido en $75 millones.

«Es decir, por las alzas de precios hemos sido afectados en alrededor de $200 millones», estima Felipe Valenzuela.

Ambas instituciones están pidiendo un poco más de ayuda a sus socios y proveedores y apretando aun más los costos. En algunos casos, se posterga la renovación de los centros en que atienden a los más pobres.

¿Qué hacer?

El Gobierno ya ha dado algunas medidas paliativas para los hogares pobres, en electricidad y hay subsidios permanentes para el agua. Pero no se ha contemplado un aporte que aminore la pérdida del poder adquisitivo.

Según Frigolett, un bono puede no ser muy útil, porque los precios de algunos productos, como la leche y los granos que son insumos para el pan, han subido por razones más permanentes que temporales. «Lo único que queda es que en una economía de mercado los sueldos se comiencen a ajustar al alza en la medida en que se den negociaciones», dice Frigolett.

Pero el problema es que los más pobres, y por lo tanto menos calificados, tienen menos capacidad de mejorar sus sueldos.

No es descartable, dado el fenómeno de alzas de precios, que la autoridad decida dar un bono paliativo a las personas.

La evolución y los récords que han batido los precios al consumidor

La inflación acumulada en los primeros nueve meses del año alcanzó a 6,2%, la más alta desde 1995.

Las cebollas lideran el alza con un crecimiento de 130% desde enero a la fecha.

La leche, que es un insumo básico de las instituciones de beneficiencia, ha subido en 50%.

El ítem vivienda, que es donde está la electricidad y el gas, se incrementó a septiembre en doce meses 6,1%.

La inflación del 20% más pobre de la población es 3,3 puntos porcentuales más alta que la del 20% más rico.

El vestuario y el equipamiento para la vivienda son los únicos sectores que registran caídas en sus precios en septiembre, comparado con igual mes del año anterior.

Sin alimentos y sin el precio de los servicios regulados, la inflación se ubicaría en un rango de 2%.

El fenómeno inflacionario ha sido global, por el incremento del precio de la leche y de los granos como el trigo.

Chile ocupa el octavo lugar en los países de América Latina con la inflación más alta. Venezuela lidera con un 15%.

Como se trata de shocks externos, si el Banco Central quisiera volver a su meta rápido de más/menos 3% debería provocar que todos los otros precios cayeran en 2%, dice el economista Hernán Frigolett.

Fuente: El Mercurio Domingo 14 de octubre de 2007

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