La vida en la toma Israel, el campamento nacido en pandemia que los ministerios de Hacienda y Economía no quieren mirar

Por Francisco Velásquez

Fuente: Interferencia.cl 09/11/2020

El titular de Hacienda, Ignacio Briones, ha dicho que los ingresos de emergencia ya no son prioridad, mientras que su par de Economía, Lucas Palacios, se opone tajantemente a un segundo retiro del 10% de las AFP. En paralelo, las cerca de 700 familias que habitan esta toma en la comuna de Colina no han recibido beneficios del gobierno durante la crisis sanitaria.

Por el principal acceso a la comuna de Colina, a unas cuadras de la municipalidad, se ha levantado la toma Israel, un campamento que hoy alberga a cerca de 700 familias que en promedio tienen tres integrantes. El 80% de quienes habitan estos terrenos son de nacionalidad haitiana y dominicana, mientras que el otro 20% está dividido entre peruanos, cubanos, bolivianos y un reducido número de chilenos.

Calles polvorientas y casas de madera, unas muy bien construidas y otras improvisando sus paredes. Niños jugando por los callejones y, lejos de todo prejuicio, se respira la tranquilidad del lugar. Emanuel y Geremías, de 10 y 14 años respectivamente, están sentados en la entrada de una casa. Los amigos juegan con el celular mientras su bicicleta está en la tierra, lista para ser usada. “Este lugar me recuerda mi país, me siento muy feliz de estar acá, tengo amigos y somos todos de la misma raza, por eso no nos discriminan como en otros lugares. Yo no lo he pasado muy bien en Chile, siempre me están diciendo que soy negro y por eso no tengo derechos”, reflexionó el menor de diez. 

Toma Israel de la comuna de Colina.
Niños de la toma Israel jugando.

El catastro nacional de campamentos, la mayor encuesta realizada por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), determinó que las tomas de terreno han aumentado de 657 en 2011 a 802 en 2018, esto quiere decir que se pasó de 27 mil hogares a 47 mil que viven en esta situación. El Ministerio de Bienes Nacionales, en tanto, informó en julio de 2020 que existen 14.256 terrenos fiscales tomados, 299 (2,1%) más que los que había en diciembre del año pasado.

La incapacidad de pagar arriendos, la nula opción de generar un fondo de ahorro, el sobreendeudamiento, los sueldos que en promedio no superan los 400 mil pesos, sumado a una crisis sanitaria que derrumbó el único ingreso familiar, son algunos de los porqué hoy es una «opción» vivir en un campamento sin luz eléctrica y compartiendo el baño con los vecinos.

Parece dicotómico cuando el Ministro Ignacio Briones plantea que Chile se encuentra «en una fase de apertura, donde las comunas han ido saliendo, la actividad económica y cotidiana ha ido retomando y lo hemos visto en las cifras de empleo». Territorios y realidades como la de la toma Israel parecieran no formar parte relevante en el análisis de la cartera de Hacienda. 

Benjamín Sáez, sociólogo de Fundación Sol, en relación a los dichos de Briones planteó a INTERFERENCIA que “llevamos un año con el discurso de que ‘no lo vimos venir’, pero el diagnóstico sigue estando lejos de lo que las personas viven. Es complejo que se mantenga esta disociación. Por eso los dichos del ministro generan malestar, en un contexto en el que la gente sigue viviendo dificultades y, sin embargo, él habla de esta situación que estamos saliendo”.

En el mismo contexto, el titular de Hacienda, en el marco de la entrega del sexto pago del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), planteó que probablemente no habrá un nuevo aporte a los hogares más afectados económicamente por la pandemia. “El IFE está estrictamente asociado a la pandemia y a las cuarentenas, es por esto que el ingreso fue entregado en los meses pasados. Ahora está el programa de subsidio al empleo, son US$2.000 millones, y por supuesto que van a haber ayudas sociales mucho más focalizadas».

El sociólogo de Fundación Sol, explica que “el IFE es un beneficio insuficiente que además se va reduciendo en el tiempo y si miramos ampliamente, se encuadra en una serie de medidas de intervención que diseñó el gobierno en esta coyuntura que apuntaban a segmentos específicos que no consideraba la realidad de los hogares en su conjunto”.

El experto agregó que «la fundación hizo un estudio donde se demostró el efecto de las transferencias del Estado mediante pensiones básicas, el aporte del pilar solidario y otras transferencias. Lo que ha hecho el Estado es desarrollar políticas públicas para cubrir esta pobreza, porque si quitas esas transferencias y miras solo lo que los hogares pueden generar con sus trabajos o en el mercado, tendrás que la pobreza pasa de un 8,6 a un 30 % de los hogares”, explica el experto.

Toma Israel: un paso hacia la superación de la pobreza

Partiendo en la década de 1930, y con fuerza desde 1950 hasta comienzos de los setenta, se vivió en Chile el surgimiento de las «poblaciones callampa», llamadas así por su aparición súbita y su carácter efímero —al menos en la intención de sus habitantes, que nunca las consideraron como una solución definitiva. Las «callampas» eran una especie de sala de espera para miles de chilenos que buscaban cumplir con el sueño de tener una casa propia.

Signos evidentes de su transitoriedad eran la falta de urbanización y equipamiento básico como calles, luz eléctrica y una red de alcantarillado, aunque también los había más sutiles. Muchos vecinos tenían plantas medicinales o árboles frutales, como duraznos o damascos, pero éstos siempre estaban plantados en un tarro, “como esperando algún día ser trasladados a un sitio propio», relata la investigación de la profesora de filosofía de la Universidad de Oslo, Noruega; Alejandra Mansilla, titulada Las poblaciones callampa como expresión del derecho de necesidad

Con una sonrisa, Nancy Ruiz atiende su negocio de abarrotes. Es el único local abierto en la toma Israel. Hace cinco meses inició esta historia, durante un invierno lluvioso y con mucho frío, Ruiz junto a su esposo de 47 años y su hija de 13 se tomaron el terreno que hoy es su vivienda y sustento. 

«A nosotros nos tocó un terreno que no es muy grande y por medio de un crédito de 250 mil pesos compramos los materiales para construir. La verdad es que yo me adosé a las paredes de mis vecinos y construí lo que faltaba para cerrar, no es lo ideal, pero era para lo que me alcanzaba”

“En un principio se vino a acampar mi esposo, a mí me daba miedo, porque había muchas peleas, muy fuertes, con cuchillas y pistolas. Luego esto se fue apaciguando. A nosotros nos tocó un terreno que no es muy grande y por medio de un crédito de 250 mil pesos compramos los materiales para construir. La verdad es que yo me adosé a las paredes de mis vecinos y construí lo que faltaba para cerrar, no es lo ideal, pero era para lo que me alcanzaba”, cuenta la vecina.

El local de Nancy ha sido una ayuda que le han dado sus hermanos que viven hace más tiempo en Chile, ya que ella llegó hace apenas un año a este territorio desde Trujillo, Perú. Su esposo es ayudante de albañil y recién retornó a trabajar después de estar todo el invierno sin ingresos. La casa de Nancy no tiene baño, porque el espacio no alcanza: en una habitación tiene su local y en la otra; un camarote, una cocinilla, un horno y una mesa.

Ruiz junto a su familia no recibieron el Ingreso Familiar de Emergencia, ni tampoco una caja de alimentos. Vivieron la pandemia tomándose su terreno, sin otro lugar donde vivir por la falta de ingresos. Hoy aspiran lograr pagar la última cuota de la madera que los aísla del frío y el calor.

Lilian Salirosas Chavez es peruana y lleva nueve años viviendo en Chile. Llegó en mayo al campamento junto a su esposo de 43 años, su hija de 10 y su hijo de 20. “Al principio era pura tierra. Armamos una pieza donde pusimos un colchón y dormíamos los cuatro. Luego comenzamos a construir, y hoy ya tengo un espacio para la cocina, un baño para que mis hijos se laven las manos y un sitio para dormir tranquilos”.

Lilian vivía hace más de cinco años en Conchalí, lugar donde pagaba 350 mil pesos de arriendo. Pero cuando su esposo y ella quedaron sin trabajo por la pandemia, los expulsaron. “Ahí surgió la posibilidad de venir a esta toma. Fue un sacrificio muy grande, pasamos frío y lo más complejo fue pensar en nuestros hijos y que algo les fuera a pasar”. 

La vecina recuerda momentos muy complejos, donde los pocos chilenos que llegaron al principio de la toma fueron muy violentos. «Sacaban armas, apuntaban a las personas, incluso comenzaron a vender sus terrenos. Pedían entre 500 y 800 mil pesos para entregarlos. Lo bueno es que sacaron su provecho y se fueron, pero tensionaron toda nuestra vida», confidencia la vecina de la toma.

Hoy, Lilian es la encargada de su pasaje, bautizado Unión, donde viven 58 familias y en total unas 150 personas. “Todos nos organizamos para ayudar a los que están más mal y vamos enumerando las casas, estamos pensando en ponerle nombre a las calles y seguir arreglando nuestro espacio”, cuenta la pobladora.

Las conversaciones con la Municipalidad de Colina han sido infructuosas según relatan los vecinos, se han acercado al municipio para solicitar los servicios básicos, pero estos se han negado argumentando que es un terreno privado en el que no pueden intervenir.

Las conversaciones con la Municipalidad de Colina han sido infructuosas según relatan los vecinos. Se han acercado al municipio para solicitar los servicios básicos, pero estos se han negado; argumentando que es un terreno privado en el que no pueden intervenir. Según los registros del Servicio de Impuestos Internos, los terrenos donde hoy se encuentran ubicados los cuatro sectores de la toma Israel pertenecen a la Inmobiliaria Los Maitenes S.A, Viviendas Metropolitanas S.A y Jara Valenzuela Marcela Pía y Otros.

INTERFERENCIA contactó a la municipalidad para saber más acerca de sus intenciones para con el futuro de la toma, pero no tuvo respuesta hasta el cierre de esta edición.

Vinicia Román tiene 50 años. Es madre soltera de un niño de 10 y una niña de 6 años. Vivía en los departamentos que se encuentran frente a la toma Israel, pero también quedó sin trabajo en el contexto de la pandemia. Estudió educación básica y media con especialidad en ciencias sociales en República Dominicana, de donde se vino hace nueve años.

“Muchos de los vecinos que están en esta toma tienen estudios universitarios. Hay ingenieros, profesores, administradores de empresas, pero nadie ha podido trabajar en su especialidad, porque somos discriminados y también producto de la burocracia para validar nuestros conocimientos. Esto mantiene a muchas personas sin poder ahorrar, ni menos pensar en tener una vivienda. Durante la pandemia no recibimos ningún tipo de ayuda de parte del gobierno, fuimos abandonados por estar viviendo en un campamento. Sin embargo, como estaba aún viviendo en un departamento donde pagaba 300 mil pesos, recibí una caja del gobierno que puse a disposición para las ollas comunas que se armaron al principio de la toma”, cuenta.

Vinicia hizo el retiro del 10 por ciento de la AFP y con el millón de pesos que tenía disponible, construyó el radier de su casa que está ubicada al lado de la que será la iglesia y la sede de esta comunidad. “Con el retiro del 10 por ciento avanzaron mucho las construcciones, pero ahora han mermado un poco. A la gente le cuesta terminar sus casas, porque deben dejar dinero para vivir”, dice.

Vinicia Román, dirigenta de la toma Israel.
Vinicia Román, dirigenta de la toma Israel.

“El ahorro previsional es el único soporte con que cuentan las personas, ya que es obligatorio. En este contexto es lo único a que le pueden echar mano, y esto, poniéndolo en el escenario de sobre endeudamiento que se vive en Chile; se transforma en una posibilidad cierta de liquidez para quienes necesitan responder a la falta de empleo y recursos”, explica Benjamín Sáez, sociólogo de fundación Sol.

Por su parte, el ministro de Economía, Lucas Palacios, reiteró su rechazo al proyecto que busca autorizar un segundo retiro del 10% de los fondos de AFP para las personas afectadas por la pandemia del COVID-19. «Yo no sacrificaría ni un peso más de las pensiones que en Chile ya son bajas», sentenció Palacios. En ese sentido, el ministro de Economía aseguró que lo que se debe hacer es «aprobar rápidamente la reforma a las pensiones para poder mejorar las pensiones de hoy y de mañana».

“Muchas veces etiquetan a la gente que está en el campamento, nos clasifican porque en un principio hubo gente de mala reputación. Esa gente se fue de este lugar. Pero a nosotros nos siguen considerando como lo peor que puede haber por vivir acá. Somos personas que queremos proteger a nuestros hijos, vivir y no solo sobrevivir y cumplir nuestro sueño igual que todos”, explica Vinicia, sentada en los cimientos de su nuevo hogar.

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