De bosque hermoso a lamparaiso: cuando la solución momentánea es definitiva
Por Fabián Esteban Lizana, Francisco Abarca y Cristian Araya-Cornejo
Fuente: Le Monde Diplomatique 17/04/2023
Es bien sabido que los campamentos se han expandido considerablemente en varias zonas del Gran Santiago, especialmente con la llegada de migrantes (tanto internos como externos). El aumento del costo de la vida, el estallido social y, por supuesto, dos años de pandemia, han transformado la relación territorial, repercutiendo directamente en las posibilidades de emplazamientos para dar cobijo a esta enorme masa de población. Esto ha llevado a un aumento en la proliferación de este tipo de asentamientos irregulares en los centros urbanos del país.
Este fenómeno es confirmado en el “Catastro Nacional de Campamentos 2022-2023″, que indica que existen 1.091 campamentos que albergan a 71.961 hogares en todo el territorio chileno. Las regiones de Valparaíso, Metropolitana y Bio-Bío concentran el 50% de esta ocupación irregular (TECHO-CES, 2022-2023). Lo anterior es un síntoma evidente de una ineficiente gestión estatal en esta materia, que no ha sido suficiente para satisfacer la demanda habitacional. Lo que ha llevado a la clásica solución «remedial», que es organizada y gestionada por las mismas familias que no pueden acceder a los subsidios como mecanismo de acceso a la vivienda (Baldo, Jordán & Simioni, 2003).
Esta es una situación de carácter histórico y cíclico, ya que en tiempos de incertidumbre e inestabilidad tiende a establecerse esta dinámica para acceder a la casa propia, debido a la lentitud en el proceso de producción de vivienda, donde las familias deben esperar hasta 8 años, lo que hace de la solución “remedial” la vía más rápida para solucionar el problema. El problema es que este remedio se convierte en un lastre casi imposible de predecir y mitigar, generando externalidades que deben ser asumidas por los gobiernos locales y comunidades circundantes que se hacen parte del problema (Ziccardi, 2008).
Recordamos entonces, que las tomas, campamentos y tipologías afines son formas que históricamente se han desarrollado para alcanzar aquello negado y una forma irregular de conseguir un lugar propio, un espacio donde poder alojarse y construir una vida familiar, que, en el mejor de los casos, pueden llegar a tener una solución definitiva, aunque en el caso de Latinoamérica y, en particular, Chile, esta estrategia se convierte en un recurso permanente y por tanto, es una forma de reproducción de la desigualdad que vemos permanentemente en nuestro país.
De este modo, lo que era temporal se convierte en una solución permanente, incrementando su avance socio territorial en las comunas o zonas alejadas del centro de cada ciudad. Clave para entender esto es el concepto de “expoliación urbana”, dinámica que hace eco de la pauperización de la sociedad, la usurpación del suelo para fines económicos y despojo comunitario (Kowarick, 1996). Lo anterior se genera territorialmente.
Por ende, creemos que esta situación se debe principalmente a la falta de recursos económicos para obtener una solución dentro de las opciones de subsidios que ofrece el Estado, así como también la falta de ayuda focalizada, superación de la capacidad de control del nivel comunal y un nuevo actor. Un oferente de un suelo que no es propio, el que se apropia por la fuerza y que ahora distribuye de manera tramposa los espacios que antes no tenían intermediario.
Esto dificulta aún más el proceso debido a que genera un gasto extra sobre un bien que no es seguro que al comprarlo, termine siendo propio del comprador. Las mafias de tomas “inescrupulosos que luchan con el problema de la vivienda” son un actor clave. El cual debe ser castigado por hacer de la necesidad por la vivienda, su manera de ganar dinero e incentivar soluciones irregulares que no solucionan el problema, más bien lo complejizan aún más.
Ya teniendo claro el panorama general, resulta clave mencionar la estigmatización de aquellos que utilizan estas prácticas como la única forma de construir una nueva relación entre la propiedad y la tan anhelada solución tangible a la penuria de la vivienda. Un ejemplo reciente acontece en la comuna de Lampa, espacio alejado del centro urbano de Santiago y, por tanto, “tierra de nadie”. Donde la energía del control comunal es mínima y la acción de la fuerza policial se ve diluida por la falta de contingente y, por ende, se consolida una disputa en el territorio que es imposible poder contrapesar.
Por consiguiente, el caso de Lamparaiso lo podríamos retratar como la ciudad del “todo en la nada”, ya que posee una organización que gestiona las calles, posee agua potable con distribución diaria, constantemente está en expansión y tiene como característica estructural la solidez de sus viviendas, que son realizadas de material sólido, una diferencia importante y que la aleja de una situación temporal. También llama la atención la composición de la población de la toma, ya que en su mayoría son extranjeros que trabajan como temporeros en condiciones muy precarias en los campos de Lampa.
De esta manera, lo que sucede en Lamparaiso, no se escapa mucho a la trayectoria chilena de los últimos años, ya que estas dinámicas tienen como catalizador la “desigualdad territorial”, organización que maximiza el avance de estas prácticas y que hace que escrupulosos utilicen la toma como una forma de obtención de beneficios económicos (Hidalgo, 2017). De esta forma, es posible constatar que la toma de Lamparaiso, tiene un crecimiento diario o constante, lo cual dificulta fiscalizar, ya que existen mafias que utilizan el problema como forma de producción de un círculo de pauperización insoslayable.
Esto fue denunciado por diferentes medios de comunicación el año 2022 y hay que explicitar que, hasta el segundo semestre del 2022, hubo un avance de las tomas irregulares de un preocupante 482%. Un incremento denunciado por Ángel Ramos, director de seguridad pública de Lampa y que sienta las bases para alarmarnos, ya que en las comunas periféricas no existe mayor fiscalización.
Resulta clave entonces actuar en contra de las mafias con el peso de la ley, con la celeridad que actúa carabineros en este tiempo y buscar soluciones locales para poder ir mitigando el avance de estas prácticas, porque se configuran como un territorio de conflicto a propósito de un derecho social importante en nuestra sociedad.
BIBLIOGRAFÍA
BALBO, M.; JORDÁN, R. & SIMIONI, D. (2003). La ciudad inclusiva. NACIONES UNIDAS, CEPAL.
HIDALGO R. (2017). “La espacialidad neoliberal de la producción de vivienda social en las áreas metropolitanas de Valparaíso y Santiago (1990-2014): hacia la construcción ideológica de un rostro humano?”, Cadernos Metrópole, N° 39, pp. 513-535.
GILBERT, A. (2001), La vivienda en América Latina, Nueva York, indes-ue. TECHO-CES (2022). CATASTRO NACIONAL DE CAMPAMENTOS 2022-2023. Disponible en: https://cl.techo.org/wp-content/uploads/sites/9/2023/03/CNC22-23.pdf
ZICCARDI, A. (2008). Procesos de urbanización de la pobreza y nuevas formas de exclusión social. Los retos de las políticas sociales de las ciudades latinoamericanas del siglo XXI / Alicia Ziccardi. – Bogotá: Siglo del Hombre Editores, Clacso-Crop.