Los pequeños grandes detalles que revalorizan la vivienda

por Millaray Navarro Ayala

Es necesario asesorarse. Para que la renovación de una vivienda sea rentable, el precio debe aumentar por lo menos en un 20%.

Destacar las singularidades o asegurar que los aspectos jurídicos están en regla son factores claves que pueden elevar el valor de una unidad por lo menos en un 10%. Cuatro expertos entregan sus mejores datos.

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No basta con una «manito de gato». La imagen tampoco lo es todo. Y los trámites en regla no hacen milagros. Existen una serie de aspectos menos conocidos que pueden hacer la diferencia a la hora de vender una vivienda. Y, sobre todo, tasar su precio.

Los análisis del ámbito jurídico, arquitectónico, constructivo y decorativo son algunos de los trucos que permiten obtener una mayor retribución. De mejorar estos aspectos, el valor del inmueble puede aumentar, por lo menos, entre el 10 y el 20% el valor la propiedad, aseguran los expertos del negocio.

Pero antes de «enchular», hay que asesorarse. «Siempre se debe averiguar cuánto sube el precio de una vivienda al renovarla. Si no se gana más del 20% limpio, no es un buen negocio», asegura Ronald Rudloff, quien remodela departamentos del sector alto de la capital para luego transarlos a mejor precio.

«Y es lo primero que le indicamos a un vendedor. Incluso, tenemos un servicio que entrega un préstamo a los propietarios para que realicen las remodelaciones necesarias», añade Víctor Fuenzalida, gerente general de Fuenzalida Propiedades.

Antes que cualquier remodelación, es necesario revisar los documentos del inmueble para asegurar su posible venta. «Le corresponde al vendedor acreditar que todos los antecedentes estén en regla porque los costos sólo lo afectarán a él», sostiene José Alonso Ugolini, abogado que conoce bien el área inmobiliaria. «Así se evitan fallas y demoras innecesarias en el proceso de compraventa», añade Víctor Fuenzalida.

Es necesario, entonces, realizar previamente un estudio de títulos, para evitar las contingencias. «Se recomienda la asesoría de un abogado además, porque los análisis de los bancos no verifican todos los aspectos que pueden ser relevantes para un propietario», afirma Ugolini.

Los documentos básicos son una copia de la escritura pública de compraventa y la inscripción de dominio con un certificado de vigencia reciente. Si el vendedor posee la propiedad hace menos de 10 años, se requieren las inscripciones anteriores.

También se sugiere contar con un certificado de gravámenes y prohibiciones, para comprobar, por ejemplo, la inexistencia de hipotecas. Y los certificados de afectación a utilidad pública o de no expropiación.

Aunque los planos de la vivienda no son analizados en el estudio de títulos, también facilitan la venta pues contribuyen en la toma de decisiones arquitectónicas, señala el abogado.

Con los aspectos normativos cubiertos hay que centrarse en la imagen del inmueble. Cuenta Víctor Fuenzalida que la limpieza, colores y hasta aromas son claves a la hora de negociar la oferta. «A veces se gasta más tiempo en esperar que se venda una vivienda que en pintarla».

Más que pintura

Quienes se dedican al negocio de rehabilitar inmuebles tienen varias fórmulas para aumentar el valor. Explica Antonio Menéndez, arquitecto de Rearquitectura -empresa que se dedica a la reconstrucción de inmuebles con valor patrimonial-, que destacar las singularidades de una propiedad es esencial para diferenciarla. «Las fachadas, volumetrías, materiales nobles las distinguen de la oferta de inmuebles nuevos y llaman la atención de un público que busca la originalidad».

Recomienda retirar los revestimientos de las paredes para devolver el dominio de las estructuras primitivas y lograr más espacialidad. «O pulir los pisos para recuperar la madera. Es más valioso vitrificar que cambiarlo a piso flotante», afirma.

«Tampoco hay que personalizar la vivienda», advierte Ronald Rudloff, otro renovador de inmuebles. «Es mejor mantener los espacios neutros, con colores claros para que el comprador agregue su estilo».

Asegura que es fundamental retirar todo lo que esté fuera de moda, como los colores pasteles en los baños o los azulejos setenteros. También agregar un aire más minimalista y contemporáneo. «No basta con poner solamente pintura y un par de cuadros. Los inmuebles deben funcionar como una vivienda de 2000 y durar por lo menos 30 años más».

El entorno también importa

Los usos que permite el plan regulador comunal también modifican el valor, pues si se permite la utilización comercial o mayores alturas de construcción, el precio tiende al alza.

El abogado Ugolini asegura además que, según el tipo de propiedad, es recomendable difundir el reglamento de copropiedad y normas de loteo del inmueble, ya que la flexibilidad o rigurosidad de estas normas pueden afectar el valor de la vivienda de acuerdo al uso que desee darle el comprador.

Y las ofertas inmobiliarias del entorno, las familias que allí viven y la especulación del precio del terreno también aportan antecedentes que permiten aumentar el costo de una vivienda.
Fuente: El Mercurio Domingo 25 de marzo de 2007

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